Ardaris eximia Hewitson, 1871
mariposa hespéride altiandina, Andean firetip, crystal-banded firetip, cristal-banded skipper
Este hespérido posee una extensión alar que oscila entre los 26 y 29 mm. Su cuerpo es robusto, de color ocre y negro,
recubierto de escamas alargadas a modo de vellos. Las alas anteriores, de un tono café, presentan una serie de manchas
hialinas dispuestas longitudinalmente y separadas por los nervios. Las alas posteriores están adornadas por una gran mancha
ocre dividida en la mitad por una banda del mismo color de fondo. Ejemplares que habitan menores elevaciones por lo general
son más oscuros (melánicos) (Orellana 2008).
Especie endémica de la cordillera de Mérida, desde Táchira hasta Trujillo y Lara. La distribución altitudinal indica que se
encuentra en una banda inferior a Ardaris hantra, desde 1900 hasta cerca de 3500 m de altitud, compartiendo una zona
de potencial simpatría. Presente en bosque pluvial montano, páramo pluvial, bosque muy húmedo montano con vegetación
achaparrada en crestas de montaña o en áreas desmontadas (Orellana 2008).
A pesar de que se desconocen estimados sobre el tamaño poblacional de A. eximia, se ha hecho referencia a que es mucho más escasa que Ardaris hantra dentro de su
intervalo altitudinal (Orellana 2008). Según la descripción de su hábitat se estima que ocupa un área menor a los 2000 km2 (AOO), con una extensión inferior a 20.000 km2
(EOO). Su hábitat está altamente fragmentado e intervenido, con una marcada tendencia negativa en la última década. (Ferrer-Paris MSa). No ha sido evaluada previamente,
y el análisis sugiere que se debe considerar Vulnerable según el criterio B1ab(iii).
Esta especie tiene una amplia distribución, pero se encuentra amenazada por la pérdida de calidad y extensión de su hábitat, vulnerable a la fragmentación a lo largo de
toda la cordillera de Mérida. La vegetación asociada a este piso altitudinal, comprendida por arbustales y herbazales de páramo, selva nublada y la porción más alta de
bosques siempreverdes, ha sufrido profundas transformaciones en los últimos veinte años a causa de la acción del hombre, y estos ecosistemas se consideran amenazados
a nivel regional (Monasterio 1980, Oliveira-Miranda et al. 2010c). Entre los principales problemas que enfrenta su hábitat se encuentran frecuentes incendios, extensión de
la frontera agrícola, actividad ganadera, introducción de especies exóticas y colonización de vertientes (Durán y Castaño 2004).
No se han tomado medidas directas para la preservación de esta especie. Aproximadamente la mitad de su hábitat está dentro de los linderos de los parques nacionales
y monumentos naturales de la región (Ferrer-Paris MSa), pero no se ha evaluado su impacto en la conservación de Ardaris eximia. Durante los últimos diez años se ha
implementado un programa de inventario y monitorización de comunidades de mariposas a nivel nacional; se espera que los datos aportados por esta iniciativa contribuyan
a mejorar el conocimiento sobre la distribución potencial y las tendencias poblacionales de este insecto en respuesta a las amenazas que sufre su hábitat natural (Ferrer-
Paris et al. 2013a). Igualmente es necesario profundizar en el estudio de su biología y ecología.