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Sabanas arbustivas y/o arboladas
Como lo indica (Rodríguez, Rojas & Giraldo, 2010), las sabanas arbustivas y/o arboladas también se llaman sabanas de parque o sabanas de huerto, denominaciones basadas en la fisionomía y formas de crecimiento predominantes, no en la composición florística. En Venezuela, estas formaciones vegetales forman parte de los paisajes llaneros, destacándose en medio de las sabanas herbáceas abiertas, las cuales pueden presentar arbustos y árboles aislados. Cuando las especies leñosas de porte y distribución variable superan 75% de la cobertura, se trata de sabanas arbustivas siempre y cuando el estrato superior esté constituido por arbustos que no superen los 80 cm de altura. Son sabanas arboladas aquellas cuyo estrato superior está constituido por árboles que llegan a 8 m. Eventualmente se encuentran formaciones intermedias con presencia de varios estratos, por lo cual son llamadas sabanas arbustivas y arboladas (Huber 2007).
Las sabanas arboladas son mucho más reducidas en los llanos que las arbustivas. En el norte del estado Guárico se observan las sabanas con “matas”, islas arbóreas o bosquecillos muy característicos de entre 100 m y 200 m de diámetro rodeados de una matriz de sabana arbustiva con chaparro y manteco (Rodríguez, Rojas & Giraldo, 2010).
El paisaje llanero se caracteriza por la abundancia de palmas, entre las cuales algunas forman extensas colonias y representan tipos de sabanas “arboladas” muy típicas, a pesar de no ser árboles en el sentido botánico estricto (Rodríguez, Rojas & Giraldo, 2010).
Como lo resalta Rodríguez, Rojas & Giraldo (2010) Las sabanas arbustivas y/o arboladas ocupan aproximadamente 88.334 km2, lo que equivale a 10% de la superficie de Venezuela. Estos ecosistemas se encuentran principalmente asociados a las sabanas de banco en el estado Guárico. También están presentes en Anzoátegui, Monagas y Delta Amacuro, con una extensión bastante continua en la vertiente sur de la cordillera de la Costa en Miranda, Aragua, Carabobo y Yaracuy. Algunos remanentes aislados permanecen en Cojedes, Portuguesa y Apure (Ramia 1993).
Al sur del país las sabanas arbustivas y arboladas son especialmente extensas a lo largo del río Orinoco, donde se encuentran los chaparrales (sabanas con Curatella americana) más densos y mejor desarrollados de Venezuela. En la Gran
Sabana meridional crecen los morichales sabaneros más extensos del país en las planicies aluviales del valle del río Kukenán.
En Amazonas las sabanas arbustivas se encuentran en pequeñas manchas aisladas en la cuenca del río Ventuari, siendo el chaparro (Curatella americana) el elemento leñoso predominante; en la cuenca del río Manapiare se han encontrado sabanas arboladas de cerro dominadas por Mezia huberi, una Malpighiacea endémica de esta zona. En los alrededores de Puerto Ayacucho hasta el río Ventuari inferior se encuentran las sabanas arboladas con picatón (Platycarpum orinocense), árbol característico y emblemático de este ecosistema en el estado Amazonas.
Las sabanas arbustivas y/o arboladas experimentaron una reducción de aproximadam ente 22% de su superficie entre 1988 y 2010. Esto quiere decir que de continuar la misma tendencia, en el año 2040 las sabanas arbustivas y/o arboladas podrían haber disminuido en 42%, lo que situaría a esta formación en la categoría Vulnerable (VU), según el criterio A3.
Aproximadamente 88% de estas sabanas tiene algún nivel de intervención y de ese total, 98% acusa una modificación de media a alta. De acuerdo al criterio A4(c2), las sabanas arbustivas y/o arboladas a escala nacional se encuentran en la categoría Vulnerable (VU). Los análisis en los diferentes estados muestran variabilidad en la condición de amenaza para las sabanas arbustivas y/o arboladas. Se resalta que para Táchira, Trujillo y Zulia ya no se detectaron fragmentos de esta formación, es decir, califica como Eliminada (EL) (Rodríguez, Rojas & Giraldo, 2010).
En el norte del Orinoco, las sabanas arbustivas y/o arboladas y no han escapado a las presiones antrópicas asociadas al sistema de producción agrícola del país. Una significativa porción de estos ecosistemas es sometida anualmente a quemas inducidas que afectan la dinámica de los nutrientes en el sistema y favorecen el reemplazo de la vegetación nativa por gramíneas y leguminosas forrajeras, especialmente valoradas por la industria ganadera ya que aumentan el rendimiento de la producción en 25%, al solventar el déficit nutricional vinculado a la vegetación nativa en época seca (Tejos et al. 1990, Thomas et al. 1990 citado por Rodríguez, Rojas & Giraldo, 2010).
Principalmente se trata de una ganadería extensiva, caracterizada por la baja capacidad de carga del sistema, con menos de una unidad animal por cada diez hectáreas, y es la principal causa de que en los últimos años las sabanas naturales hayan sido sustituidas por sabanas secundarias formadas por pastizales de especies introducidas (Schargel 2007). Las quemas han sido prácticas comunes durante varias décadas en este tipo de ecosistemas, y han ocasionado no sólo la pérdida de nutrientes, sino también el establecimiento de especies invasoras altamente agresivas como Hyparrhenia rufa (yaraguá) en Cojedes y Guárico (Ramia 1993, Schargel 2007 citado por Rodríguez, Rojas & Giraldo, 2010).
La actividad petrolera ha requerido la instalación de corredores de servicio para el transporte de insumos y de productos de la explotación, así como la construcción de estaciones industriales, constituyéndose así en otra de las causas del deterioro de este ecosistema (Rodríguez, Rojas & Giraldo, 2010).
Las áreas protegidas de conservación resguardan 21% del territorio ocupado por las sabanas arbustivas y/o arboladas y un 3,2% adicional se asienta en áreas protegidas de usos permitidos limitados. Los parques nacionales donde están mejor representadas son Aguaro-Guariquito, Canaima (morichales del valle del río Kukenán), Guatopo (sabanas arbustivas de cerro en la vertiente meridional de la serranía del Interior) y Henri Pittier (sabanas arbustivas del valle de El Limón), y algunos monumentos naturales de Amazonas (sabanas de Picatón) [Schargel 2007 citado por Rodríguez, Rojas & Giraldo, 2010 ].
Al sur del Orinoco sería necesario reforzar las figuras legales de protección para los chaparrales, especialmente al sur de Caicara y en la vía hacia Puerto Ayacucho. También debería protegerse sectores representativos de los diferentes tipos de sabana arbolada en Amazonas, que corren el peligro de ser eliminados por ignorancia o por expansión de actividades que implican deforestaciones a escala mayor (Rodríguez, Rojas & Giraldo, 2010).