Tártago, ricino, higuereta, higuerilla
Arbusto de tallo grande y leñoso, hueco, que, al igual que los peciolos, nervios e incluso las propias hojas en algunas variedades, puede tomar un color púrpura oscuro y suele estar cubierto de un polvillo blanco, semejante a la cera. Las hojas son muy grandes, de nervación palmeada y hendidas de 5 a 9 lóbulos, de bordes irregularmente dentados; las hojas son alternas, con peciolo muy largo, unido por su parte inferior.
Las flores están dispuestas en grandes inflorescencias, erguidas, que, cuando jóvenes, emergen de una espata en los nudos entre el tallo y los pedúnculos de las hojas; en la parte inferior de dichas inflorescencias están las flores masculinas, con un cáliz, con cinco piezas lanceoladas/triangulares y múltiples estambres soldados, con forma de columna, ramificada en forma de coliflor. Las flores femeninas se encuentran en la parte superior de la panícula, con ovario, formado por tres hojas carpelares y rematado por un pistilo trifurcado, con papilas destinadas a captar el polen. Florece casi todo el año.
El fruto es globuloso, trilobulado, siempre cubierto por abundantes púas, que le dan un aspecto erizado; tiene tres cavidades, cada una con una semilla, grande y jaspeada, de superficie lisa y brillante, rematada por una excrecencia y que contiene una toxina llamada ricina.[5] Al secarse los frutos, la cubierta espinosa se tensa progresivamente produciendo finalmente un efecto de resorte que lanza la semilla a distancias superiores a los diez metros, siendo ésta la forma de esta planta para extenderse.
Se cree que esta especie es originaria de Eritrea, Etiopía y Somalia. Sin embargo, se ha cultivado durante al menos 6000 años y se ha naturalizado en toda África tropical y otras zonas más cálidas del planeta. Su presencia nativa en Kenia es dudosa. Esta especie se considera invasora en muchos países tropicales.
Se cree que esta especie es originaria del noreste y este de África. Sin embargo, se ha cultivado durante al menos 6.000 años y se ha naturalizado en toda África tropical y otras zonas más cálidas del planeta. Debido a su prolongado uso por los humanos, actualmente existe incertidumbre sobre qué subpoblaciones son silvestres y cuáles cultivadas. No obstante, es ampliamente adaptable y, a pesar de las posibles amenazas en su área de distribución nativa, es improbable que esté en peligro de extinción.