Aves, Anfibios, Mamíferos, Reptiles, Peces, Con Articulaciones, Sin Articulaciones
Gimnospermas, Algas, Angiospermas, Hongos, Helechos, Líquenes, Briofitas
Los páramos, según Lauer (1979) citado por González (2013), son regiones de la alta montaña neotropical, relativamente húmedas con alternancias térmicas diarias que se ubican por encima del límite del crecimiento arbóreo y por debajo de las nieves perpetuas. También se puede considerar como un piso altitudinal de las montañas de los trópicos, determinado por ciertos rasgos climáticos y características florísticas, fisionómicas, ecológicas, edáficas, geomorfológicas y microclimáticas especiales (Vivas 1992) citado por González (2013). Este ecosistema de la alta montaña neotropical está constituido por una vegetación redominantemente conformada por gramíneas macollantes y rosetas acaulescentes y caulescentes (González, 2013). Existen comunidades vegetales típicas de las zonas altoandinas llamados los arbustales y herbazales parameros.
Los páramos generalmente comienzan por encima del límite superior de los bosques nublados (González, 2013), a través de la comunidad ecotonal conocida como Subpáramo. Ocupan alrededor de 2.420 km2 ( com. pers. E. Chacón, cit. Azócar y Fariñas (2003) citado por Rodríguez, Rojas & Giraldo.
En la investigación de 2010, el estimado fue de aproximadamente 4.117 km2, una cifra 70% mayor. Para inferir este valor de
superficie se definió el límite inferior de los páramos tomando las curvas de nivel de 2.800 y 3.000 metros para la cordillera andina (Rodríguez, Rojas & Giraldo). De acuerdo a Monasterio (1979) y citado por González (2013), el límite inferior del páramo se ubica entre 3000 y 3400 m, aunque localmente pueden presentarse páramos a 2500 m, aunque probablemente asociados con las alteraciones antrópicas mencionadas.
se encuentran bajo la categoría Preocupación Menor (LC), según el criterio C2. No obstante, el nivel de intervención de la formación permite inferir que ésta ha sido transformada muy severamente en más de 30% de su distribución, por lo que de acuerdo al criterio A4 califica Vulnerable (VU) en el ámbito nacional. A nivel estadal, la vegetación paramera se encuentra bajo condiciones de amenaza que van desde Vulnerable (VU) hasta En Peligro Crítico (CR), en todos los estados del territorio. (Rodríguez, Rojas & Giraldo, 2010).
En la actualidad los páramos están siendo amenazados por un conjunto de variables,
donde interactúan la acción del fuego, la extracción de leña y el pastoreo
(Laegaard 1992; Hofstede 1995; Ramsay & Oxley 1996; Vargas et al. 2002) citado por González (2013).
Los resultados de investigaciones recientes indican que la eliminación progresiva
de la cobertura vegetal de las distintas comunidades de plantas presentes en el páramo a causa de las perturbaciones mencionadas, determinan que el suelo quede expuesto a las altas temperaturas producidas por el fuego o a la elevada radiación solar típica de las altas montañas tropicales, lo cual reseca el suelo estimulando la mineralización de la materia orgánica y produciendo el colapso irreversible de la microestructura del suelo. La reducción de la cantidad de materia orgánica y el aumento de su densidad aparente del suelo, condicionan una mayor escorrentía superficial y una disminución considerable en la capacidad de infiltración de agua en el suelo (Pérez 1992a; Suárez & Medina 2001) citado por González (2013). Como lo cita Rodríguez, Rojas & Giraldo (2010), están sometidos a colonización de sus vertientes, deforestación, monocultivos de papa (Fotos 4 y 5), ganadería de doble propósito (carne y leche), extracción de plantas silvestres, cacería, disposición inadecuada de residuos, introducción de especies exóticas, turismo sin control e incendios (MARN 2000, Durán y Castaño 2002). El crecimiento poblacional y urbanístico representa una de las mayores amenazas por su acelerado ritmo y debido a que generalmente no es proyectado tomando en cuenta los ecosistemas de la zona (Vivas 1992). Esto cobra particular importancia cuando se reconoce que sólo una pequeña fracción puede ser utilizada de forma sostenible, debido a su fragilidad intrínseca (Ataroff & Sarmiento 2004).
Alrededor de 77% de la vegetación de páramo se encuentra en áreas protegidas de conservación, específicamente en parques nacionales, y 10% adicional está incluido en áreas protegidas de usos permitidos limitados. Por ejemplo, la superficie del páramo El Tamá está protegida a ambos lados de la frontera colombo-venezolana en un “parque binacional”. No obstante, no ha sido suficiente para detener el proceso de transformación del ecosistema de páramo, dado que las actividades agrícolas y ganaderas ocurren regularmente dentro de estas áreas protegidas. Es necesario establecer medidas adicionales para el mantenimiento de este ecosistema a mediano y largo plazo. (Rodríguez, Rojas & Giraldo, 2010).