Lobatus gigas Linnaeus, 1758
botuto, guarura, vaca, caracol reina, caracol rosado, queen conch, pink conch.
Es una de las especies de caracoles marinos de mayor tamaño en el mar Caribe, llega a alcanzar hasta 40 cm de longitud; pesa cerca de tres kilogramos. Su concha es
espiralada y el nácar interno presenta una característica pigmentación rosada. Sus rasgos anatómicos incluyen pedúnculos
oculares largos y tentáculos oculares reducidos, una trompa extensible o proboscis, y un labio extendido de la concha que se
desarrolla cuando llega a la edad adulta (Abbott 1974, Álvarez M. 1987, Princz 1986).
Presenta una amplia distribución en el mar Caribe y áreas adyacentes, que se extiende desde el sur de Florida en los Estados Unidos
hasta la costa norte de Brasil, y del este de América Central a las Bahamas, con una población aislada en las aguas costeras de las
Bermudas (Abbott 1974, Bouchet 2014). Hoy en día está, puede decirse, que extinto en las islas Granadinas, la península de Florida y
Puerto Rico (Álvarez M. 1987). En Venezuela, su distribución histórica abarcaba casi todo el margen litoral, con densidades máximas
en las Dependencias Federales y el estado Nueva Esparta (Princz 1986). En la actualidad solo es relativamente abundante en algunas
zonas insulares como el parque nacional archipiélago de Los Roques e isla La Orchila, mientras que está casi extinto en el archipiélago
Las Aves, donde era profuso hace menos de treinta años (Princz 1986, Álvarez M. 1987, J. Posada obs. pers.)
En la actualidad las poblaciones de la especie están severamente reducidas y presentan varias extinciones locales. Se desconoce su tamaño poblacional en la mayoría de
sus localidades. En el parque nacional archipiélago de Los Roques se estimó una densidad de 0,1878 individuos/100 m 2 y una abundancia total de 1.374.640 individuos
(Schweizer y Posada 2002). Sin embargo, en otras áreas donde era abundante casi ha desaparecido. La densidad y talla promedio de los ejemplares disminuyó de modo
significativo dado el fuerte aprovechamiento comercial del que fue objeto hasta 1991 (Álvarez M. 1987, Bastidas y Rada 1998, Schapira 2003). Después de veinticinco años
de veda esta especie no parece haberse recuperado. Sin embargo, en Los Roques existen áreas donde se evidencia cierto restablecimiento, aunque todavía se encuentra
en densidades similares a las registradas y ha sido reportada como sobreexplotada (Bastidas y Rada 1998, Rada 2002, Schweizer y Posada 2002). En Colombia se clasifica
como Vulnerable (Gracia y Díaz 2002). No ha sido evaluada a nivel global (IUCN 2014).
La pesca furtiva con fines comerciales ha ocasionado su desaparición en casi todas las regiones costeras de Venezuela. En la década de los años ochenta, casi el 98% de la
producción nacional provenía de Las Aves y Los Roques, donde sus densidades disminuyeron en más de 95%. Hoy día, la explotación continúa en Los Testigos y Las Aves,
donde es difícil el control por razones logísticas. Afortunadamente, el aumento del turismo en el parque nacional archipiélago de Los Roques ha permitido que pescadores
tradicionales de la especie hayan encontrado otras fuentes de ingresos, por lo que su cosecha es más esporádica y limitada. Además, la vigilancia es mucho más efectiva
en el parque nacional (J. Posada obs. pers.). La reconstrucción histórica de la pesquería de este recurso en Los Roques, desde la época precolombina hasta el presente,
pone en evidencia lo expuesto que está a la sobreexplotación pesquera (Schapira et al. 2006). También su concha es muy apreciada como souvenir y por coleccionistas.
En el ámbito internacional se encuentra incluida en el Apéndice II de la Convención sobre el comercio internacional de especies amenazadas de fauna y flora silvestres (Cites 2014) y
en el Anexo III del Protocolo relativo a las áreas y flora y fauna silvestres especialmente protegidas en la región del Gran Caribe (SPAW 1991). En nuestro país, mediante la resolución
número 247 del Ministerio de Agricultura y Cría, de fecha 14 de agosto de 1991, se estableció la veda por tres años, la cual fue ratificada en 1995 (Venezuela 1991). Con la resolución
número 012 del Ministerio de Agricultura y Cría del 20 de enero de 1999, se levantó la veda y se fijaron regulaciones para su extracción, pero aún no se otorgan permisos ni se han
determinado las cuotas para la pesquería (Venezuela 1999). Desde el punto de vista práctico, la veda continúa. Se han realizado estudios detallados acerca de su biología, ecología y
pesca en Los Roques, y se han propuesto recomendaciones para su manejo sostenible (Álvarez M. 1987). Con base en los trabajos en torno a la distribución y la abundancia, y sobre
la reconstrucción histórica de la pesquería, se recomienda que la veda total se mantenga, al menos en el parque nacional archipiélago de Los Roques (Schweizer y Posada 2002,
Schapira et al. 2006). Sin embargo, otros estudios han sugerido medidas distintas, que podrían formar parte de un plan de manejo: a) establecer zonas de protección especial en áreas
con altas densidades y/o reconocidas como criaderos de juveniles, con énfasis en la vigilancia y el control, b) mantener la veda durante el período reproductivo, c) utilizar juveniles
criados en laboratorio para la repoblación en zonas sobreexplotadas, d) evitar la venta ilegal en mercados internacionales, e) evaluar con frecuencia el estado de las poblaciones a fin
de realizar comparaciones, f) constituir un comité de trabajo, con la participación de los pescadores que usan el recurso, a objeto de realizar evaluaciones de campo, discutir resultados
y establecer el manejo y el control necesarios para garantizar el sostenimiento poblacional (Álvarez M. 1987, Bastidas y Rada 1998, Rada 2002, Posada 2008).