Los machos alcanzan los 37 cm de longitud total, pero han sido capturados ejemplares hasta de 47 cm. La talla media de madurez es de 30 cm para las hembras y 27 cm para los machos. Presenta abdomen redondeado. Su coloración base es plateada a grisácea. En los adultos. en el dorso hay varias barras verticales y lateralmente tiene líneas en forma de zigzag; el abdomen es blanco; las aletas dorsal y caudal tienen puntos que simulan líneas verticales onduladas. Los ejemplares más viejos son completamente plateados. Los labios tienen dientes pequeños redondeados.
La localidad tipo de Prochilodus mariae es Barrigón, Río Meta en Colombia (Eigenmann 1922). La especie es endémica de las lagunas y ríos de la cuenca del Orinoco en Colombia y Venezuela (Castro y Vari 2003). En Colombia, la especie está registrada en los ríos Guayabero, Guaviare (inírida), Duda, Guejar, Metica, Meta, Manacacías, Cusiana, Chitamena, Cravo Sur, Pauto y Arauca, entre otros. Para Venezuela, la especie se encuentra en los ríos Arauca, Capanaparo, Cinaruco y Apure (Caparo, Uribante, Ticoporo, Santo Domingo, Guanare, Portuguesa, Morador, Cojedes, pólderes de Apure, arroyos Caicara, Maporal y Guaritico). En el Escudo Guayanés hay registros del alto Orinoco (Inírida, Atabapo, Mavaca, Ventuari, Ocamo, Matacuni), alto Río Negro (Casiquiare), Manapiare, Cuchivero, Caura (Nichare, Tawadu), bajo Orinoco y delta del Orinoco. Los registros de la cuenca del río Amazonas (Perú, Colombia) se consideran identificaciones erróneas. La especie se reporta en 459 sitios con un rango de distribución altitudinal de 8 a 1.083 m sobre el nivel del mar.
Esta especie es muy abundante y temporalmente puede dominar en número y biomasa en ríos de piedemonte (por ejemplo, el río Las Marías en la cuenca del Apure; Flecker 1996). Tras la recopilación de datos entre 2004 y 2009, la especie ha mostrado descensos generales en el número de desembarques y se cita la sobreexplotación como el principal impulsor de estos descensos. Sin embargo, también debe tenerse en cuenta que las subpoblaciones varían considerablemente de un año a otro como resultado de factores ambientales, como los años de abundantes precipitaciones. Simultáneamente, el tamaño promedio de esta especie también ha disminuido con el tiempo, lo que sugiere metodologías de pesca insostenibles (Lasso et al. 2011). Aunque los registros de pesca son variables, la evidencia y las tendencias generales indican que la población de la especie está disminuyendo y esto ha sido así durante décadas (por ejemplo, Barbarino-Duque et al. 1998, Novoa 2002).
La degradación de las cuencas de drenaje y el cambio de uso del suelo en la cuenca del Orinoco son resultado de la deforestación masiva (Oliveira-Miranda et al. 2010), que causa una erosión significativa en las cuencas superiores y la fragmentación y pérdida de arroyos y ríos debido a la sedimentación (Dudgeon 2008). La pérdida de estos ríos de piedemonte tiene un efecto importante en el ciclo de vida de P. mariae (Lilyestrom y Taphorn 1978, Winemiller et al. 1996). Otra amenaza en esta zona es la tala de árboles en zonas ribereñas, a menudo ilegal, que altera los regímenes lumínicos y puede aumentar las tasas de mortalidad de las larvas de peces debido al aumento de la radiación ultravioleta. Los nutrientes que anteriormente provenían de la madera y los desechos también se eliminan del ecosistema. La pérdida de estos restos de madera también puede afectar las tasas de depredación, ya que los bancos de peces en aguas abiertas buscan restos para refugiarse (Wright y Flecker 2004). En Venezuela, las diversas represas en las cordilleras andinas y costeras impiden la migración río arriba de Prochilodus mariae, junto con muchas especies de bagres pimelódidos. Sin embargo, la principal amenaza actual y futura para la especie es la pesquería comercial, que se presenta con mayor intensidad en la cuenca del río Apure y en el bajo y medio Orinoco. La reducción de Prochilodus mariae por la pesca podría alterar el flujo de carbono en el río y probablemente alterar el metabolismo del ecosistema (Taylor et al. 2006), incluida la pérdida de su papel como modificador y mantenedor del hábitat para otras especies.
Actualmente, Colombia y Venezuela tienen una talla mínima de 27 cm para Prochilodus mariae (Novoa 2002, Carolsfeld et al. 2004), pero es necesario actualizarla de acuerdo a las variaciones en los volúmenes anuales en las pesquerías. Existe en varias áreas protegidas (UICN y PNUMA-WCMC 2020). En Colombia se registra en PNN El Tuparro, Tinigua y Sierra de la Macarena, DMI Ariari-Guayabero, sitio Ramsar EFI y Ramsar Río Bita (Maldonado-Ocampo et al. 2006, Mesa et al. 2017, Villa-Navarro et al. 2017, 2020, DoNascimiento et al. 2018). En Venezuela se encuentra en los Parques Nacionales Santos Luzardo (Capanaparo-Cinaruco), Tapo Caparo, Aguaro-Guariquito, Tapo-Caparo, Yapacana, Caura y Tapirapecó, Refugio de Vida Silvestre Caño Guaritico, Esteros de Chiriguare y Esteros de Camaguán (Rodríguez-Olarte et al. 2003, Taphorn et al. 2005). El impacto de la cosecha de esta especie debe monitorearse a lo largo del tiempo y evaluarse para determinar si las fluctuaciones son el resultado de patrones naturales o se deben a la interferencia humana. Siempre que sea posible, se deben restaurar los hábitats degradados y se debe minimizar el drenaje de tierras inundadas estacionalmente para proteger las importantes zonas de reproducción de esta especie.