Los tapires (Tapirus) son un género de mamíferos perisodáctilos de la familia Tapiridae. Es el único género actual de la familia, que incluye otros nueve géneros extintos. Pertenece al orden de los perisodáctilos, que incluye también a los caballos, con los que están lejanamente emparentados, y a los rinocerontes, que son sus parientes vivos más cercanos.
El género se extendió durante el Mioceno por Eurasia y América del Norte, donde estuvo a punto de extinguirse en el Plioceno debido a la reducción paulatina de masa forestal. Por suerte para los tapires, Suramérica se unió a Norteamérica hace 3 millones de años, otorgándoles una vía de escape hacia las grandes selvas del sur. No deja de ser irónico que en la actualidad, 4 de las 5 especies supervivientes sean precisamente americanas: este es el caso del tapir norteño, centroamericano o de Baird (Tapirus bairdii), el del páramo (Tapirus pinchaque), el de selva (Tapirus kabomani) y la sachavaca, tapir amazónico, brasileño o de llanura (Tapirus terrestris), que se reparten en diversas áreas de América Central y del Sur. El tapir amazónico es el más común; se extiende por casi toda la parte norte de Suramérica. El tapir norteño, distribuido desde Tehuantepec hasta las costas de Ecuador, también habitó durante el Pleistoceno en el norte de México y el sur de Estados Unidos (desde California a Florida), donde se extinguió hace unos 10 000 años.
Los depredadores más comunes de los tapires son los grandes felinos (el tigre en Asia y el jaguar en América), de quienes trata de librarse lanzándose al agua o corriendo a toda velocidad a través de la jungla. Los golpes de las ramas que el asaltante recibe en este último caso, si se ha aferrado a su víctima, pueden llevarle a soltarla. No obstante, su principal amenaza es la acción humana, manifestada a través de la caza excesiva y la destrucción de su hábitat. Hoy en día, todas las especies del género Tapirus se clasifican en los estados de conservación “vulnerable” o “amenazado”.
Aun siendo la especie más abundante de tapir, su conservación se encuentra en regresión. El tapir se encuentra en riesgo de extinción desde el 2 de junio de 1970 debido a la caza ilegal para obtener su carne y piel, y a la destrucción de su hábitat.