> Lagartija Anadia de Blake

Anadia blakei

Taxonomía

Nombre científico:
Anadia blakei
Dominio:
Eukarya
Reino:
Animalia
Filo:
Chordata
Clase:
Reptiles
Orden:
SQUAMATA
Familia:
GYMNOPHTHALMIDAE
Género:
Anadia
Estado de conservación:
Vulnerable
Nombres comunes:
Lagartija Anadia de Blake

Información

Descripción:
Lagartija de talla mediana, hocico delgado, cuerpo robusto, cola gruesa, relativamente larga, y se presume prensil. Mide alrededor de 9,1 cm de la cabeza al ano, y su cola alcanza casi lo mismo que el largo del cuerpo. Posee escamas dorsales y ventrales de forma cuadrangular, con las dorsales de mayor tamaño. Su coloración dorsal es marrón, con pequeñas manchas oscuras esparcidas, en tanto que el vientre es claro. Hay una línea pálida que corre detrás del ojo hasta el orificio auricular. Es similar a Anadia bitaeniata (endémica de la cordillera de Mérida) en cuanto a los escudos protectores de la cabeza, pero distinguible por el número más bajo de escamas alrededor del cuerpo y de las filas transversales de dorso; cuatro supraoculares, 28 escamas alrededor del cuerpo, 33-34 desde las occipitales hasta la segunda fila postanal. También se ha reportado a Anadia blakei como morfológicamente cercana a Anadia nicefori de Colombia (en cuanto a número de escamas y poros femorales), y a Anadia marmorata (cordillera de la Costa central) (Schmidt 1932).
Distribución:
Es endémica de Venezuela, específicamente de los estados Sucre y Monagas, que solo se conoce en el macizo de Turimiquire en dos localidades entre 1.520 y 1.830 m de altitud y en la serranía de Paria a 800 m de altitud (Schmidt 1932, Oftedal 1974, Myers et al. 2009). Su historia natural es casi desconocida. Es de hábitos arborícolas al igual que su especie hermana del tramo central de la Cordillera de la Costa, Anadia marmorata, en contraste con las lagartigas andinas de hábitos terrestres, como Anadia bitaeniata. En este sentido, se cree que estaría asociada a una vegetación de bosque húmedo premontano o nublado con una temperatura anual variable entre 18 y 24 °C, y una precipitación anual promedio de 1.100 a 2.200 mm, donde desplegaría un comportamiento diurno y tendría una dieta basada en pequeños invertebrados como insectos, larvas y babosas.
Situación:
Especie prácticamente desconocida. No se cuenta con información sobre su biología y estatus poblacional a pesar de que su descripción ocurrió en 1932. Su representatividad en colecciones museísticas solo consta de cuatro ejemplares (Myers et al. 2009), dos de los cuales forman parte de la serie tipo en que se basó la descripción. Aunque la zona ha sido muestreada en varias oportunidades, la falta de reportes de Anadia blakei podría estar evidenciando bajos niveles poblacionales, o de difícil detección debido a sus posibles hábitos arbóreos.
Amenazas:
En los últimos quince años han desaparecido unas 254.000 hectáreas de bosque primario del macizo de Turimiquire, principalmente a manos de la agricultura, la actividad pecuaria y los incendios forestales, provocando reducciones considerables de los bosques donde habita A. blakei, la cual se estima poco abundante, y cuyo hábitat se restringe a las cimas más inaccesibles del macizo. En la península de Paria se enfrenta a los mismos riesgos, aunque la inaccesibilidad y los problemas de seguridad en la fachada caribeña de Paria han disminuido el ritmo de intervención y degradación de los bosques de la ladera norte de la península, observándose el mismo patrón en la fachada del golfo de Paria desde Güiria hasta Macuro, con la excepción del proyecto gasífero de PDVSA, el cual ha generado intervenciones en la cumbre de Cerro Patao y el promontorio de Paria. Solo se conoce en el Cerro Humo, el pico más alto e importante de la región, y cuya intervención reciente demanda especial atención. La apertura de una nueva carretera hacia el caserío de Roma, en la ladera sur de Humo, únicamente acrecentará la presión sobre la zona con más bosque nublado de toda la península de Paria.
Conservación:
La Zona Protectora Macizo Montañoso del Turimiquire no cuenta con ningún tipo de aplicación legal, lo cual se evidencia en la severa degradación a la que ha sido sometida en los últimos años, a pesar de ser una de las pocas áreas bajo régimen de administración especial del nororiente del país que cuenta con su Plan de ordenación y Reglamento de uso (MARNR 1989, G. A. Rivas obs. pers.). En el caso de Paria, el parque nacional apenas tiene dos guardaparques para 37.500 hectáreas, no posee Plan de ordenación ni Reglamento de uso, no está demarcado y, por lo tanto, la mayoría de las comunidades colindantes desconoce su existencia. No existe ningún programa de conservación o investigación que al menos garantice un mejor conocimiento de la especie. Se recomienda dar prioridad alta al desarrollo de estudios sobre su estatus poblacional y distribución, así como sobre su ecología y biología, a fin de establecer medidas adecuadas y bien fundamentadas en pro de su conservación.
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