Puede medir de 28 a 30 centímetros y pesar entre 128 y 175 gramos, haciendo que este sea considerado el túrdido más grande en América del Sur. Se puede identificar fácilmente por su pico y sus patas, que son de color entre amarillo y anaranjado. Además, esta especie posee un anillo alrededor del ojo de un fuerte color amarillo.
Su distribución va desde los Andes en el occidente y norte de Venezuela, donde puede llegar hasta la zona de Lara y Trujillo, pasando por Colombia, Ecuador, Perú y finalmente el noroeste de Bolivia, donde llega hasta La Paz y Cochabamba.
Ha sido evaluado más recientemente para la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN en 2016. Turdus fuscater figura como Preocupación Menor.
Pérdida y fragmentación de hábitat: La tala ilegal de bosques nativos para actividades agrícolas, ganaderas y mineras destruye importantes zonas de anidación y alimentación del zorzal plomizo. Además, la construcción de carreteras y otras infraestructuras fragmenta el hábitat, aislando poblaciones y dificultando el desplazamiento de las aves.
Degradación del hábitat: El uso indiscriminado de agroquímicos y la contaminación del agua por desechos domésticos e industriales afecta la calidad de los alimentos que consume el zorzal plomizo. Esto puede provocar intoxicaciones, reducción de la disponibilidad de presas y problemas de salud en las aves.
Caza furtiva: En algunas zonas, el zorzal plomizo es capturado con finos culinarios o para el comercio ilegal de mascotas. Esta práctica, aunque ilegal, representa una amenaza para las poblaciones locales, especialmente en áreas con poca vigilancia.
Cambio climático: El aumento de las temperaturas y las alteraciones en los patrones de precipitación asociados al cambio climático pueden afectar la disponibilidad de recursos (alimento y agua) del zorzal plomizo, impactando su reproducción y supervivencia.