Ratoncito rostrilargo del Roraima, Roraima mouse
Ratón terrestre de tamaño pequeño, cuya longitud desde la cabeza hasta la base de la cola es de siete a diez centímetros. Su pelaje tiene una coloración negra grisácea, con tonos pardos a casi negros, y es suave, largo y más corto en la cabeza. El vientre es de igual coloración que el dorso, pero con las puntas de los pelos más pardas, oscuras y brillantes. Patas y cola desnudas, de color marrón grisáceo, siendo esta última tan larga como el cuerpo, con longitudes entre 7,8 y 10,2 cm. Su rostro es muy alargado con ojos y orejas bastante pequeñas, redondeadas, finamente peludas, que podrían denotar hábitos semifosoriales. Vibrisas muy finas y cortas, que no llegan a las orejas. Patas con uñas en proporción muy largas, en especial las anteriores, lo que indica hábitos excavadores (Anthony 1929, Eisenberg 1989, Pérez-Zapata et al. 1992, Linares 1998). De hábitos nocturnos, su dieta es probable que esté compuesta por insectos, lombrices de tierra y materia vegetal (Linares 1998).
Esta especie se conoce solo del lado venezolano del Monte Roraima en la frontera entre Guyana, Venezuela y Brasil (Venezuela, Bolívar, Gran Sabana (Pardinas y Teta 2015) y el lado guyanés de Wei-Assipu-tepui (Región Cuyuni-Mazaruni, Guyana) (Leite et al. 2015). Este roedor probablemente se encuentra en otras áreas vecinas dentro de Venezuela, así como en Brasil y Guyana adyacentes (Linares 1998, Leite et al. 2015).
Es uno de los mamíferos más escasos y restringidos en cuanto a su distribución geográfica, endémico solo de dos mesetas tepuyanas. En éstas se estima que esté presente en una extensión de hasta 183,42 km2, y que ocupe un área de hasta 103,36 km2. Es una especie poco común y de baja frecuencia de captura; los intentos recurrentes de muestreo de roedores en el Roraima han resultado únicamente en numerosas capturas de Rhipidomys macconnelli (R. Guerrero com. pers.).
El hábitat primario de la especie todavía se encuentra más o menos bien conservado. Sin embargo, la cima del monte Roraima es el ambiente altotepuyano más visitado por turistas en Venezuela, por lo cual existe un alto potencial de perturbación y contaminación, que incluye la extracción de minerales, como el cuarzo, y madera para leña (causantes de ocasionales incendios de vegetación), hasta la remoción de plantas ornamentales nativas. La presencia no controlada de turistas impacta extensas áreas por pisoteo de vegetación, traslado de piedras para construcción de veredas de excursionismo, acumulación de desechos sólidos e introducción de especies alóctonas (en particular de plantas). También se han señalado prácticas de biopiratería de plantas promisorias y extracción de otras con fines ornamentales, como las carnívoras de los géneros Heliamphora y Drossera, bromelias, orquídeas, además de mariposas y aves para tráfico ilegal (Linares 1998, Lentino et al. 2005, R. Guerrero com. pers., J. Ochoa-G. com. pers.).
No existen medidas específicas para su conservación. Su hábitat está protegido formalmente por la figura de monumento natural (Venezuela 1991), pero al mismo tiempo el monte Roraima es uno de los atractivos principales del turismo en la Gran Sabana. Para asegurar la conservación de éste y otros endemismos tepuyanos, se recomienda la regulación estricta del turismo a fin de minimizar el impacto humano sobre ecosistemas tan frágiles y singulares como los altotepuyanos. Sería de utilidad evaluar su distribución, abundancia y ecología en Roraima e incrementar el radio de exploración de su presencia en tepuyes cercanos, para poder definir su estatus de conservación con mayor precisión.