> Salamandra de Guaramacal

Esta especie fue descrita a partir de tres ejemplares colectados en la localidad tipo (en diciembre de 1995) y otros dos de dos localidades más (en marzo de 1995 y mayo de 2001). Otros individuos fueron observados entre 1996 y 1997 en la vertiente sur del Macizo de Guaramacal (Schargel et al. 2002). Más recientemente, en este mismo macizo se observaron 67 individuos en 2017 (Leomerth Lacruz, datos no publicados).

Aunque esta especie se encuentra en hábitats prístinos dentro de áreas protegidas, su extensión de ocurrencia se superpone con áreas donde los hábitats se han perdido o modificado debido a la expansión de las fronteras agrícolas en la Cordillera de Mérida. Se están talando bosques para cultivos de subsistencia y ganadería (Oliveira-Miranda et al. 2010). Rodríguez et al. (2010) clasificaron los bosques de la Cordillera de Mérida como Vulnerables (VU). Si bien esta especie no ha sido analizada para detectar la presencia del hongo quitridio, Batrachochytrium dendrobatidis, este patógeno está muy extendido en los Andes venezolanos (Lampo et al. 2008) y ha afectado a otras dos especies de pletododóntidos de Centroamérica (Cheng et al. 2011). . Por tanto, la quitridiomicosis podría representar una amenaza para esta especie. Esta especie ha sido evaluada como altamente vulnerable al cambio climático (Foden et al. 2013) y se espera que afecte a las poblaciones en el futuro. La aparición del hongo quítrido de la salamandra (Batrachochytrium salamandrivorans, “Bsal”) como patógeno anfibio ha provocado una disminución dramática de las salamandras europeas desde su llegada en 2010 a través del comercio internacional de mascotas (Feldmeier et al. 2016). Si bien la presencia del hongo no ha sido confirmada en América, se está propagando en Europa y corre el riesgo de propagarse aún más. Se cree que la amenaza de infección y disminución de la población de salamandras es muy probable y perjudicial para la mayoría de las especies nativas, en caso de que el hongo llegue a Venezuela.