Su cuerpo es romboidal comprimido lateralmente y engrosado a la mitad del cuerpo, su cuello alto y comprimido, su boca protáctil, y sus dientes finos, capaces de roer algas. Gran parte de su cuerpo es plateado, con escamas muy reflectantes y una aleta caudal de color anaranjado más vivo en las machos. Se alimenta de detritos. Los machos pueden llegar alcanzar los 44 cm de longitud total.
La localidad tipo de Semaprochilodus laticeps es el río Orinoco, Ciudad Bolívar, Venezuela (Steindachner 1879). Se sabe que esta especie se encuentra en lagunas y ríos de tierras bajas asociados con el río Orinoco en Venezuela y Colombia (Castro y Vari 2003). En Colombia, se reportan tierras bajas vecinas al canal principal del Orinoco (Guaviare, Inírida, Tomo, Bita) y afluentes del alto Meta, Manacacías, Caño Negro (Maldonado-Ocampo et al. 2006, Lasso et al. 2011). En Venezuela, la especie está más dispersa y habita en los ríos Atabapo, Padamo, Matacuni, Caura (Nichare), Caroní, lagunas marginales en Orinoco medio y bajo, Caño La Pica, Aguaro, Caura (Nichare) y el delta del Orinoco (Rodríguez-Olarte et al. 2003, Taphorn et al. 2005, Montaña et al. 2010, Lasso y Sánchez-Duarte 2011). La especie se reporta en 59 sitios con un rango de distribución altitudinal de 5 a 516 m sobre el nivel del mar.
Semaprochilodus laticeps podría ser abundante en número y biomasa en algunos ríos de tierras bajas en ciertos momentos. Esta especie muestra grandes oscilaciones en su población de año en año según los datos pesqueros. Estas fluctuaciones son responsables de una combinación de flujos naturales e interferencia humana (Lasso et al. 2011). Los patrones poblacionales de esta especie no se comprenden bien. Las subpoblaciones colombianas parecen saludables, pero muestran grandes diferencias en los patrones de tamaño promedio a lo largo del tiempo, lo que a menudo se utiliza como indicador de los patrones de población. Algunas regiones (entre ellas San José del Guaviare) reportan aumentos, mientras que otras (entre ellas Inírida) presentan disminuciones. Se necesitan más investigaciones para determinar los patrones de población. Según las estadísticas de desembarques en Venezuela, esta especie muestra grandes fluctuaciones interanuales en su población, que se cree que se deben en gran medida a oscilaciones naturales. Sin embargo, se debería investigar el impacto de la pesca comercial (Lasso et al. 2011). Se sospecha que la población total de la especie tiene una tendencia estable.
Las amenazas a Semaprochilodus laticeps son similares a las del género. Los impactos humanos en el bajo Orinoco de Colombia son localizados y aislados e incluyen la minería de coltán (tramo medio del río Inírida, río arriba de los cerros de Mavicure, cerca de Puinawai), la agricultura de subsistencia y la ganadería (tramo bajo del río Guaviare). Al igual que otras especies comerciales de la familia Prochilodontidae, la principal amenaza para Semaprochilodus laticeps es la pesquería comercial, la cual ha ido en aumento en este siglo, tanto en el número de embarcaciones y equipos, como en el número de especies comercializadas.
La normativa sobre Semaprochilodus laticeps incluye un tamaño mínimo para la pesca artesanal y volúmenes específicos para comercializar en el comercio de mascotas. Es necesario actualizarlas de acuerdo a las variaciones en los volúmenes anuales de especies en las pesquerías. Existe en varias áreas protegidas (UICN y PNUMA-WCMC 2020). En Colombia se presenta en el PNN El Tuparro y Sierra de la Macarena, Resguardo Matavén, sitio Ramsar EFI y Ramsar Río Bita (Maldonado-Ocampo et al. 2006, 2009; Mesa et al. 2017; Villa-Navarro et al. 2017, 2020; DoNascimiento et al. 2018). En Venezuela, la especie se encuentra en los Parques Nacionales Santos Luzardo (Capanaparo-Cinaruco), Aguaro-Guariquito, Caura y Parima-Tapirapecó, y la Reserva Forestal Sipapo (Rodríguez-Olarte et al. 2003, Taphorn et al. 2005, Montaña et al. 2010). El esfuerzo de conservación más inmediato que necesita esta especie se basa en la investigación: una mejor comprensión de las causas de la fluctuación de la población permitirá una mejor gestión de la pesca. También debería evaluarse el impacto del comercio de mascotas ornamentales. Como actualmente no se conocen bien las amenazas a esta especie, esta zona también se beneficiaría de más investigaciones. Los drenajes inundados estacionalmente en las tierras bajas cercanas al Orinoco deben protegerse para proteger la importante zona de reproducción. Esta especie se beneficiaría enormemente de un mejor conocimiento de su historia de vida y ecología. Al comprender más sobre esta especie, las grandes fluctuaciones en la población pueden atribuirse con mayor precisión a factores naturales o humanos, lo que ayudará a los futuros esfuerzos de conservación.