Es un gran tiburón con aletas de puntas negras, de hocico largo, cuerpo gris y ojos pequeños. Es un animal muy rápido y ágil que realiza nadando maniobras de gran complejidad.
El tiburón aleta negra se alimenta de: sardinas, arenques, anchoas, bagre de mar, atunes, bonitos, corvinas, mojarras, rayas, sepias, calamares, y pulpos. Este tiburón puede cazar solo o en grupos siguiendo una táctica más o menos establecida: nadan a gran velocidad a través de los grupos de peces de abajo hacia arriba, llevándoles la inercia a saltar fuera del agua.
El Carcharhinus brevipinna, es vivíparo, es decir, las hembras dan a luz a las crías (3 a 15). Después se alimentan con su placenta tras una gestación de 12-15 meses. Las crías miden aproximadamente 60 o 75 cm.
Alcanza un tamaño máximo de 304 cm de longitud total (Weigmann 2016), los machos maduran a 170-220 cm TL y las hembras maduran a 160-222 cm TL con variación regional en estos parámetros.
El tiburón aleta negra no es peligroso para los seres humanos a menos que se le provoque. Debido a sus pequeño dientes y preferencia por peces pequeños, estos tiburones no son agresivo con animales más grandes, sin embargo, el Archivo internacional de ataques de tiburones ha registrado 13 mordeduras injustificadas de esta especie hacia los seres humanos, ninguno de las cuales desembocaron en muerte.
Este tiburón se encuentra en aguas subtropicales de entre los 40 ° N y 40 ° S, cerca de las plataformas continentales e insulares. Los Carcharhinus brevipinna habitan profundidades de hasta 100 m. Es una especie migratoria que se acerca más a la costa en la época de cría.
La especie se captura como objetivo y de forma accidental en pesquerías industriales, artesanales y recreativas que utilizan diversas artes, como redes de arrastre, palangres y redes de enmalle.
No existen medidas de conservación específicas de la especie para el tiburón espinel. Para evitar la sobrepesca en el futuro, se recomienda que los tiburones espinel estén sujetos a límites de captura regionales y nacionales basados en el asesoramiento científico y/o el enfoque precautorio, así como a una mejor notificación de los datos de capturas y descartes, y a esfuerzos para minimizar la mortalidad por captura incidental.