Alcanza entre 9 y 12 metros de altura en estado silvestre, con hojas opuestas y simples, ovales u oblongas, de color verde oscuro, borde ondulado, base obtusa y ápice acuminado. Las inflorescencias en cimas paucifloras, axilares. Produce una drupa carnosa y ovoide de color rojo brillante que contiene dos semillas. Los frutos de C. arabica contienen menos cafeína que otras especies cultivadas comercialmente. Contiene principalmente el compuesto cafestol aunque sus granos no contienen el derivado 16-O-Metilcafestol encontrado en otras variedades del café.
Nativo de Etiopía y Sudán del Sur. Introducido y cultivado en Venezuela.
Aunque se estima que la población es muy grande, las subpoblaciones silvestres están altamente amenazadas por varios factores, siendo los más destacados la deforestación, el cambio climático, la erosión genética, las plagas y las enfermedades. Se predice que el cambio climático tendrá una influencia sustancial en las áreas de cultivo actualmente adecuadas para C. arabica autóctona en Etiopía y Sudán del Sur. Las predicciones futuras muestran que es probable que la población se reduzca significativamente, utilizando duraciones generacionales de 16, 21, 26 y 30 años y múltiples escenarios de cambio climático, escenarios de migración, modelos de población y modelos de circulación general (24 en total). La reducción porcentual varía desde el 48% con base en demografía lineal y duración de generación de 16 años hasta el 85% con demografía normal y duración de generación de 26 y 30 años.
La deforestación, el cambio climático, las enfermedades y las plagas son las principales amenazas para Coffea arabica. Como planta del sotobosque, incapaz de sobrevivir sin ayuda en el bosque secundario, la deforestación es una grave amenaza para las poblaciones silvestres.
La conservación de las poblaciones silvestres de Coffea arabica en los bosques afromontanos del este de África es de importancia fundamental. Al ser el centro de diversidad de la especie y representar la mayoría de la diversidad genética de la misma, estas poblaciones silvestres proporcionan la variabilidad necesaria para la resistencia a enfermedades y plagas, así como la tolerancia a la sequía en las variedades cultivadas (Davis et al. 2012). Las variedades cultivadas proceden de una base genética muy limitada (Anthony et al. 2001) y son más susceptibles a los efectos perjudiciales de estas amenazas. Con el fin de conservar la diversidad genética silvestre, se han establecido varias colecciones de bancos de genes ex situ tanto en Etiopía como a nivel internacional.