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Sabana Inundada, Sabana Inundable, Pastizal, Pradera Inundable, Estero, Banco, Bajìo, Planicie de Inundación, Palmares, Llanura de Inundación y Herbazales de Pantano
La Sabana Inundada o Inundable es un ecosistema que permanece estacional o permanentemente inundado, Los Pastizales se encuentran en el agua formando una zona pantanosa o pantanos herbáceos.
Tiene una gran humedad por obvias razones, el suelo es rico en nutrientes y el clima generalmente es cálido. Algunas de las áreas inundadas suelen ser esteros, bancos o banquetas y zonas bajas, pero también cuenta con zonas sin agua.
Estas sabanas prestan muchos servicios ambientales, entre estos la regulación del ciclo de nutrientes, así como el ciclo hídrico superficial, el control de la erosión, la productividad, y la retención de CO2.
Los Pastizales son comunidades vegetales donde predominan los pastos con pocos árboles y arbustos. Pueden ser producto del desmonte de terrenos boscosos. En las sabanas pueden existir árboles pero son escasos y muy dispersos.
En Venezuela, el término de sabana inundable o mal drenada se contrapone al de sabanas altas bien drenadas. Las mal drenadas comprenden dos grandes tipos de sabanas. Por una parte, las anegadizas, llamadas por (Ramia, 1967), de banco, bajío y estero, se caracterizan por su mal drenaje, suelos poco permeables y escasa pendiente (menos de 0,02%) que se inundan por el represamiento natural de los ríos Apure y Orinoco, haciendo que las aguas de lluvia inunden el llano bajo, al inicio del período de lluvias (junio – julio).
Por otro lado, Las Sabanas de Inundación, producto del desbordamiento de los ríos Apure y Orinoco, reciben un aporte lateral de nutrientes de origen aluvional que determinan una elevada fertilidad del suelo que mantiene un pastizal abundante y de alta productividad, denominado (Paspalum fasciculatum).
Gran parte de las sabanas veraneras de Guayana corresponden a este tipo.
Las sabanas mal drenadas o inundables carecen de sustrato leñoso, el cual caracteriza el ecosistema sabanero (Sarmiento, 1968). Por ello, es considerada por este autor como un humedal.
A diferencia de las sabanas bien drenadas que se determinan por el doble juego de las condiciones edáficas y de relieve que, junto al de una pluviometría muy estacional, genera una formación típica de (Graminetum), formación vegetal típicamente formada por gramíneas, como una sabana o un pastizal. Su nombre alude a la clasificación de formas de vida o biotipos. (González – Jiménez y Escobar, 1976).
Las sabanas inundables, están asociadas a suelos aluviales relativamente recientes, ocupando los paisajes de planicie aluvial de desborde, semideltáicas y deltáicas.
Los Herbazales de pantano, son comunidades vegetales herbáceas, principalmente no graminosas, asociadas a ambientes con inundación temporal o permanente. Su mayor extensión se encuentra hacia el delta del río Orinoco.
La Pradera inundable, es la zona del lecho mayor de un curso de agua. Las praderas inundables son zonas muy ricas desde el punto de vista biológico, en las que están presentes numerosas especies de animales y vegetales protegidas. Según la riqueza del suelo y su tiempo de saturación.
En las sabanas inundadas de acuerdo a la posición en el paisaje se diferencian, es decir, las sabanas de banco (parte alta del paisaje), bajío (zona intermedia) y estero (zona más profunda del paisaje), (López- Hernández, 1995b).
De acuerdo a la topografía del terreno en el paisaje, según su ubicación se distinguen tres (3) regiones o zonas fisiográficas deposicionales con características edafológicas de catena llamadas localmente Banco – Bajío – Estero.
En la parte alta del paisaje donde los aluviones arenosos se han depositado se localizan los bancos, mientras que en la parte más baja conocida como esteros se depositan las sedimentos arcillosos que son los que hacen que el perfil del suelo sea de drenaje profundo impedido y entre las unidades de banco y estero se localizan los bajíos con texturas intermedias.
Por tratarse de catenas, la fisiografía de bancos, bajíos y esteros, están diferenciados entre sí por desniveles que no pasan de 2 a 3 m., de altura en corta distancia (a veces de 24°C), propias de las zonas húmedas que están sometidas a regímenes de inundación temporal o permanente.
Los Herbazales de Pantano pueden estar constituidos por vegetación herbácea flotante (Huber & Alarcón, 1988).
Las Sabanas Inundables están ampliamente distribuidas en Suramérica, ocupando desde el norte las áreas anegadizas cubiertas de herbazales de los innumerables ríos suramericanos, manteniendo un paisaje y una composición botánica muy similar a todo lo largo de este gradiente latitudinal. Podríamos decir que las sabanas mal drenadas del Beni (Bolivia), del Chaco y Corrientes (Argentina), las de várzeas (Brasil) y las de banco, bajío y estero (Venezuela y Colombia), representan un continuum ecológico de un pastizal natural, constituido por una amplia gama de forrajes, de alto valor nutritivo y amplio período de producción, utilizado por la ganadería del continente.
Las sabanas de Venezuela se localizan con preferencia en la Región de los Llanos (Huber y Alarcón, 1988), limitando al sur con el Escudo de Guayana, al norte y al oeste, con la Cordillera andina, y al este con las tierras inundadas por el Orinoco en la zona deltaica (Medina y Silva, 1990).
Sin embargo, existen también sabanas en áreas menos extensas desde el estado Táchira hasta el estado Sucre y desde el Distrito Capital hasta la Región de Guayana tal como señalara (Tamayo, 1972) y (Vila, 1966).
El valor que encierran los ecosistemas de sabana, tanto para la Región de los Llanos como para toda Venezuela, es gigantesco, sin embargo, la conservación, manejo y uso de los recursos naturales y servicios ambientales que de ellos derivan, hasta el presente, no han sido objeto de decisiones contundentes que permitan poner término a la prevalencia de lo irracional, expresado en la supremacía de lo económico, sobre lo ecológico ambiental.
Las sabanas, en general, y la sabana inundable, en particular, son ecosistemas muy ricos en biodiversidad y, a pesar de esto, aún no se encuentran representados dentro de las áreas destinadas a la conservación en el país.
Con la creciente llegada de la agroindustria es que algunos de los ecosistemas más frágiles como las sabanas inundables se han ido transformando, reconvertidos, en arroz, palma de aceite y ganadería extensiva introducida. En función de esto, las sabanas y ríos se han ido drenando para cumplir con la demanda de cultivos.
Las sabanas venezolanas, en especial, las de la región llanera, han sido objeto de presiones antrópicas que han ido incrementándose desde los tiempos de la ocupación colonial. No obstante, asevera (Silva, 2003), tales presiones antrópicas no han representado una influencia decisiva, ni muchos menos una presión de reemplazo como ha sucedido con otros sistemas ecológicos, aun cuando hay áreas donde las sabanas han experimentado un proceso de modificación, y su biodiversidad ha sido notablemente afectada, como consecuencia de la destrucción de las selvas aledañas y la alteración de patrones espaciales intrincados.
La cacería también ha sido históricamente una actividad perturbadora del ecosistema sabanero, de manera que en la actualidad la caza ilegal de grandes animales para obtener carnes y pieles, está contribuyendo a la reducción en la población animal, e incluso a extinciones marcadamente locales.
Es así, como en la Reserva de Fauna Silvestre Esteros de Camaguán, que cuenta con una elevada biodiversidad animal (Ruiz, 2004, Ruiz, Estévez y Gálvez, 2005), algunas especies, se hallan en situación de amenaza y otras en peligro de extinción, tal es el caso del perico mastrantero (Forpus passerinus) y el caimán del Orinoco (Crocodylus intermedius), (Montilla, 2007). Hoy en día, dicha Reserva, es el centro de atención de investigadores, ecólogos, educadores y ambientalistas preocupados por las amenazas que se ciernen sobre este particular humedal, especialmente por el incremento del transporte fluvial asociado al turismo y al desarrollo de actividades del sector primario que se producen en sus periferias. Es un hecho bien establecido que el fuego, la fertilidad de los suelos, la abundancia y distribución de las precipitaciones constituyen los principales factores que determinan la presencia de sabanas. Aunque el fuego en sabanas pueda deberse a causas naturales (v.g. a las caídas ocasionales de rayos), en su mayor proporción obedece a actividades antrópicas; antes del Encuentro de Culturas la quema era práctica ancestral de las comunidades amerindias que luego se extendió entre la población criolla durante el periodo colonial hasta el presente (Bilbao 1995, López – Hernández 1995, Rodríguez et al., 2013).
Como factor ambiental abiótico el fuego afecta muchas de las propiedades del ecosistema de sabana que incluyen los diferentes niveles de organización desde organismos hasta comunidades (Bilbao, 1995, Fariñas y San José, 1987, López – Hernández et al., 2008) y los diferentes compartimientos del ecosistema, tales como el suelo, la atmósfera y el régimen hídrico (Guerere, 1992, López – Hernández et al., 2008, Sanhueza y Crutzen, 1998).
También, el calentamiento global y el cambio climático, influyen sobre los ecosistemas de la sabana, los cuales están siendo amenazados por fuertes inundaciones que están poniendo en peligro su conservación.
Durante muchos años las estrategias de conservación, han estado dirigidas a la protección de lugares con poca o ninguna influencia humana y alta biodiversidad, estableciéndose áreas bajo figura legal con distintas categorías de uso y manejo de hábitats, ecosistemas, poblaciones, y sus relaciones con el entorno; dejando olvidadas zonas que soportan mucha presión humana con baja diversidad pero que albergan varias especies endémicas o amenazadas. Venezuela se destaca en lo que respecta a proporción y extensión de sus áreas protegidas. Sin embargo, las sabanas inundables no están representadas en alguna de las figuras protectoras existentes en el país, pese a presentar alta diversidad de ecosistemas y especies que se encuentran relativamente amenazadas, debido a las actividades de explotación ganadera y agrícola cada vez mayores en la Ecorregión de Los Llanos. A través del enfoque metodológico de la ecología del paisaje y uso de metodologías aplicadas a la definición de áreas prioritarias, se levantó información que permitió determinar las prioridades de conservación en las sabanas inundables de los Llanos del Orinoco. Dado que la composición, estructura y funcionamiento de este paisaje depende de la conectividad entre las sabanas inundables y los bosques ribereños, y que estos últimos presentan el mayor número de especies de fauna y flora amenazadas, consideramos que las áreas con mayor prioridad de conservación son aquéllas que forman un mosaico alrededor de estos bosques, con superficies idóneas para soportar el establecimiento de poblaciones de mamíferos de alto porte como los felinos de la región; de esta manera se garantiza la presencia de otras especies con requerimientos menores de superficie para sus hábitats.
Identificadas las áreas que permiten integrar las relaciones de estructura, funcionamiento, flujos de materia y energía dentro de este paisaje, es posible fomentar y promover estrategias de uso, manejo y conservación de los recursos naturales de la región.