Según (Ojasti, 1991), en el neotrópico no existe una megafauna asociada exclusivamente a la vegetación de sabana, a diferencia de lo que sucede en el continente africano.
Se tienen mamíferos, de los 21 ungulados neotropicales conocidos, apenas dos (2), el venado caramerudo (Odocoileus virginianus), es una especie solitaria o gregaria que forma manadas numerosas. Es terrestre, su actividad puede ser diurna y nocturna. Habita en bosques deciduos, semideciduos, bosques parameros, sabanas arboladas o no, herbazales y en el ecotono entre la sabana y el bosque húmedo, y el chigüire (Hydrochærus hydrochæris), es una especie de roedor de la familia de los cávidos, nativa de Sudamérica. Es el roedor viviente de mayor tamaño y peso del mundo. Es terrestre y semiacuático, su actividad es diurna y nocturna.
Habita en bosques costeros, en manglares, bosques de galería, bosques de palmas, herbazales, sabanas inundables, en las márgenes de caños, lagunas, bosques siempreverdes y submontanos. Es una especie muy social y se puede encontrar en grupos de hasta cien individuos, pero por lo general vive en grupos de diez a veinte individuos.
Igualmente, los mamíferos como las nutrias (Pteronura brasiliensis), los lutrinos (Lutrinae), conocidos comúnmente como nutrias, son una subfamilia de mamíferos placentarios carnívoros de la familia Mustelidae. Actualmente existen trece (13) especies de nutrias repartidas en siete géneros, con una distribución de la población prácticamente mundial. Habita en Sudamérica, es la única especie de su género, llamada también nutria gigante. A diferencia de los otros mustélidos es una especie social.
Las lapas (Cuniculus paca), es una especie solitaria que puede formar parejas o pequeños grupos familiares. Es terrestre, su actividad puede ser crepuscular y nocturna. Habita en bosques deciduos y semideciduos, bosques de galería, bosques siempreverdes, bosques montanos y submontanos, bosques secundarios e intervenidos, acercándose a conucos y cultivos. Siempre asociada a cuerpos de agua (ríos, quebradas y arroyos).
Y las dantas (Tapirus terrestris), el herbívoro más importante de este ecosistema, medra en estas sabanas, el manatí (Trichechus manatus), se encuentra en los rebalses de estas sabanas inundables y es el herbívoro de mayor tamaño. Mamífero (Herbívoro), es una especie de Sirénido de la familia Trichechidae que habita desde el Golfo de México hasta la desembocadura del río Amazonas, en zonas costeras del Mar Caribe y noreste de Sudamérica, así como en las Antillas Mayores, en los ríos Sinú, Cauca y Magdalena en Colombia.
Igualmente, en Venezuela hay poblaciones en el lago de Maracaibo, en el río Orinoco medio, bajo y en el Delta, en Turuépano y caño La Brea, en el estado Sucre.
Además, se tienen otros mamíferos importantes como el osito melero (Tamandua tetradactyla), es una especie solitaria terrestre y arbórea. Su actividad puede ser diurna y nocturna.
Habita en bosques secos, bosques de galería, bosques siempreverde, espinares, manglares, sabanas arboladas y pastizales
Las aves son frecuentes y sin duda el elemento más abundante de la fauna, conjuntamente con los quelonios, como el morrocoy sabanero (Chelonoidis carbonaria), es una especie de tortuga terrestre nativa de las sabanas y bosques secos tropicales, desde Panamá hasta las Guayanas, Brasil, Paraguay, Venezuela y Colombia.
Reptiles, entre ellos diversas culebras.
Entre las aves, la garza blanca (Casmerodius albus), Sinonimia: (Casmerodius albus), (Linnaeus, 1758); (Egretta alba), (Linnaeus, 1758). Es una especie de ave de la familia Ardeidae. La especie es parcialmente migratoria. Es una de las garzas más ampliamente distribuidas por el mundo, ya que ocupa todos los continentes salvo la Antártida. Habita todo tipo de humedales de regiones templadas y tropicales.
La garza paleta (Ajaia ajaja), sinónimo de (Platalea ajaja) (Linnaeus, 1758). Es una especie de ave pelecaniforme de la familia Threskiornithidae, que habita las zonas húmedas situadas entre el sur de Estados Unidos y Sudamérica. Habita en los llanos, bosques de mangle, bosques pantanosos, ciénagas, pantanos y pozos en sabanas y otras áreas abiertas cerca del nivel del mar.
La corocora roja (Eudocimus ruber), es una especie de ave pelecaniforme de la familia Threskiornithidae, nativa de las costas del norte de Sudamérica y la costa sureste de Brasil. Se distribuye por las zonas costeras tropicales del norte de América del Sur penetrando solo en el interior en la zona de los Llanos en Colombia y Venezuela. También habita en la mayoría de las islas que se encuentran cercanas a la costa. Su hábitat incluye estuarios, zonas costeras, lagunas, manglares, pantanos, humedales y marismas. En la región de los Llanos predominan en las sabanas y praderas tropicales.
La paraulata llanera (Mimus gilvus), es una especie de ave paseriforme de la familia Mimidae. Es residente y se reproduce desde el sur de México hasta el norte de Brasil, y en las Antillas Menores y otras islas del Mar Caribe.
El perico mastrantero (Forpus passerinus), es una especie de ave psitaciforme de la familia Psittacidae. Es un perico típico en zonas tropicales de Sudamérica, de regiones caribeñas como Colombia, Venezuela y Trinidad, al sur y al este de Guyana y, en Brasil, a lo largo del río Amazonas. Su hábitat son los bosques abiertos y matorrales.
La soisola (Crypturellus duidae), es una especie de ave de la familia Tinamidae, que se encuentra en Brasil, Colombia, Perú y Venezuela. Vive en matorrales secos, varillales, bosques húmedos y sabanas, a menos de 500 m., de altitud.
La guacharaca (Ortalis ruficaeuda), es una especie de ave galliforme de la familia Cracidae, su hábitat se extiende hacia las cadenas montañosas, principalmente cerca de afluentes de agua como quebradas en zonas boscosas del noreste de Colombia, norte de Venezuela y en la isla de Tobago.
Gabanes (Ciconiformes), como el garzón soldado (Jabiru mycteria), el gabán peonio (Ciconia maguari) y el gabán huesito (Mycteria americana), alcaravanes (Charadriiformes), águila negra, gavilán pita venado (Buteogallus meridionalis), es una especie de ave accipitriforme de la familia Accipitridae, ampliamente distribuida por Sudamérica.
El gavilán colorado (Busarellus nigricollis), es una especie de ave accipitriforme de la familia Accipitridae, la única del género Busarellus. Está ampliamente extendida por la Región Neotropical, encontrándose desde México hasta Uruguay (donde su presencia es incierta). Es una aguililla fornida y atractiva de marismas y humedales.
El caricare sabanero (chirigüare), (Milvago chimachima), es una especie de ave falconiforme de la familia Falconidae propia de América Central y del Sur. Se distribuye desde el sur de Costa Rica, hasta el noreste de Argentina, pasando por Colombia, Venezuela, Brasil, Perú, Bolivia, Uruguay y Paraguay. Presente en toda Venezuela, desde el nivel del mar hasta aproximadamente 2.000 m.s.n.m. Habita los lugares abiertos como las sabanas, los bordes de bosques, los de las carreteras y los potreros, desde el nivel del mar hasta los 900 m., de altura.
El mochuelo de hoyo (Athene cunicularia), es una especie de ave estrigiforme de la familia Strigidae. Es un búho pequeño (aunque muchos crean que es una lechuza), y de patas largas que se encuentra en todos los paisajes abiertos de América, desde el sur de Canadá hasta el centro de Argentina. En Venezuela, se encuentra en las regiones llaneras, andinas y costeras. Ha sido observado en pastizales, áreas agrícolas, desiertos y cualquier otra área seca libre de vegetación baja, y numerosos patos (Anseriformes), entre ellos el pato de monte (Sarkidiornis sylvicola), es una especie de ave anseriforme de la familia Anatidae, encontrada en humedales tropicales de América del Sur. Anteriormente era considerada como subespecie del pato crestudo afroasiático (Sarkidiornis melanotos), pero en la actualidad la mayoría de las autoridades taxonómicas lo consideran una especie separada. Especie nativa del Neotrópico sudamericano desde Colombia al norte de Argentina, incluyendo Perú, Venezuela y Ecuador, con un gran núcleo que se extiende por Brasil, Bolivia, Uruguay, Paraguay y Argentina, además de poblaciones aisladas en Guyana. En Venezuela habita hasta 300 m., de altitud en las lagunas de los llanos, sembradíos de arroz y bosques adyacentes, principalmente en los llanos del sur de Guárico, Barinas, Portuguesa y Apure, y en los llanos orientales de Anzoátegui y Monagas, costa de Falcón y sur del lago de Maracaibo (Gómez – Dallmeier y Cringan, 1989).
Todos ellos se reconocen como elementos paisajísticos que incentivan el turismo y dinamizan el ciclo de nutrientes.
Mato de agua (Tupinambis teguixin), es una especie de lagarto grande de la familia Teiidae. Llega a alcanzar una longitud total de 1.5 m., aunque la longitud total más común es alrededor del metro.
Se distribuye geográficamente en el norte de Sudamérica y la Amazonia, desde Panamá, Colombia y Venezuela, hasta Bolivia y el centro de Brasil. Poblaciones de grandes lagartos distribuidos en el Cono Sur de Sudamérica durante mucho tiempo fueron ubicadas dentro de (Tupinambis teguixin).
Desde el año 2012 se las trata por separado, tanto específica como genéricamente, correspondiéndoles el binomio: (Salvator merianae).
El aguaitacamino común (Nyctidromus albicollis), es un ave nocturna nativa de América tropical muy común y de amplia presencia en Centroamérica y Suramérica. Vive en una gran variedad de hábitats, entre los que se encuentran bosques tropicales y subtropicales no muy densos, matorrales, pastizales, manglares, zonas áridas y cultivos.
Por último, se tiene el conejo, Los lepóridos (Leporidae), conocidos vulgarmente como conejos y liebres, son una familia de mamíferos lagomorfos que engloba a una cincuentena de especies agrupadas en 11 géneros vivos.
Con relación a los peces, las especies presentes en la Región del Bajo Llano, esteros y sabanas inundables, incluye especies que sólo cumplen parte de su crecimiento en estas áreas o que viven permanentemente en ellas, están incluidas en 16 familias y 158 especies.
De ellas, algunas tienen importancia comercial y de consumo, por ejemplo: las cachamas (Colossoma macropomum), morocotos (Piaractus orinoquensis) y palometas (Mylossoma albiscopum) de la familia Serrasalmidae.
Los coporos (Prochilodus mariae), los bocachicos (Semaprochilodus kneri) y las sapuaras (Semaprochilodus laticeps) de la familia Prochilodontidae
Otras especies más recientes, los caribes colorado o capaburros (Pygocentrus cariba), y los pinches (Serrasalmus irritans) y (Serrasalmus rhombeus).
Todos ellos formando parte de las pesquerías comerciales en numerosas regiones ribereñas del Bajo Llano (Machado y Bottini, 2010). Además, en este grupo se incluyen especies de gran importancia como peces ornamentales (de acuario), como los tetras de los géneros (Astyanax, Hemigrammus, Hyphessobrycon, Metynnis, Moenkhausia y Tetragonopterus) de la familia Characidae, los peces lápiz (Pyrrhulina spp.) y (Copella eigenmanni) de la familia Lebiasinidae;
Igualmente, las pechonas o peces hacha (Gasteropelecus y Thorachocharax) de la familia Gasteropelecidae y los mijes o tuzas (Anostomus, Leporinus y Schizodon) de la familia Anostomidae.
Todos ellos debido a su fácil manejo en cautiverio y belleza por la combinación de variados patrones de coloración y formas particulares en sus aletas y cuerpos.
Las sabanas inundables presentan varias gramíneas conocidas como gamelote. Entre ellas están el gamelote apureño o chigüirero (Paspalum fasciculatum), gamelote de agua (Paspalum repens), gamelote peludo (Echinochloa spectabilis) y el gamelote volador (Panicum elephantipes).
Otras gramíneas de estas sabanas inundables son, en los bancos bajos dominan el jajato (Panicum laxum Sw.) y la espuela de gallo (Paspalum chaffanjonii Maury).
Los suelos son principalmente representados por Alfisols e Inceptisols.
En el ecotono entre el banco alto y el bajío, aparecen el arbusto yerba del lucero (Hyptis mutabilis) y la gramínea (Teliostachya alopecuroidea).
Los bajíos se caracterizan por lo general, por ser suelos de textura fina, cuya vegetación está dominada por las Poaceas: la lambedora (Leersia hexandra), el jajato (Panicum laxum Sw.), la paja de agua (Hymenachne amplexicaulis) y la espuela de gallo (Paspalum chaffanjonii Maury).
Finalmente, la parte baja del paisaje (esteros), posee suelos de textura fina con Vertisols o suelos asociados (Vertic Tropaquepts), y vegetación dominada por especies de plantas que incluyen (Luziola spruceana), la lambedora (Leersia hexandra) y la paja de agua (Hymenachne amplexicaulis). Además de las gramíneas, se encuentra la palma llanera (Copernicia tectorum), presente también en morichales y esteros. Es una especie de palmera del género Copernicia, originaria de América del Sur, principalmente de los llanos de Colombia y Venezuela, donde los locales usan su tronco para la construcción, y las hojas para techar viviendas y caneyes. Es una especie indomable, porque desafía las inclementes condiciones climáticas de esta región al sobrevivir seis meses bajo el agua y seis meses en sequía.
Las Plantas acuáticas, como La Bora (Jacinto de agua), que son comunes de las comunidades biológicas acuáticas. Puede encontrarse en aguas dulces como ríos y lagos. Además en el estado Apure, se puede encontrar esta flora llanera en la selva del Amazonas y en los llanos colombianos, por el Arauca. Pese a la belleza que puede mostrar la flor de bora, esta planta se considera una planta plaga, debido a que consume todos los nutrientes en el agua donde ella se encuentre como el fósforo, cloro y carbonato que esta planta retiene en sus tejidos para mejorar su metabolismo y nutrirse.
En las áreas inundables del Bajo Llano, como por ejemplo en las inmediaciones de los centros poblados de Camaguán y San Fernando de Apure, se localizan sabanas higrófilas, por su ambiente húmedo. (Montilla, 2007), provistas de abundantes gramíneas y ciperáceas, (Cyperaceae), forman una familia de plantas monocotiledóneas parecidas a los pastos, muchas de ellas polinizadas por el viento. Con una importancia evidente desde el punto de vista económico, por cuanto constituyen el pasto natural que da el sustento a la ganadería, que por excelencia es, la actividad productiva del hombre llanero.
*** Cálido, Subhumedo cálido ***
En términos generales, las sabanas de los llanos venezolanos presentan un clima tropical (Awi) con una temporada seca y otra húmeda.
Clima tropical con algunos periodos secos. Temperaturas medias mensuales alrededor de >17°C. Precipitación media anual entre 750 y 1.300 mm. Al menos 5 meses al año, durante la estación seca, con una estimación de menos de 100 mm., mensuales.
La división del año en dos (2) periodos es muy elocuente, y en consecuencia, no hay dificultad para definir las estaciones húmedas y secas (Monasterios, 1970).
Al respecto, (Foghín, 2002), al hablar de los Llanos de Venezuela, indica que: Como rasgo común en toda esta vasta cuenca hay que destacar la marcada estacionalidad pluviométrica, con más del 90% de las lluvias anuales concentradas durante los meses de mayo a noviembre y casi un 60%, entre junio, julio y agosto.
Los llanos inundables de Venezuela se encuentran entre los humedales continentales más grandes e importantes de Suramérica (Dugan, 1993, Iriondo, 2004).
Se caracterizan por tener una estación lluviosa y una seca, y están dominados básicamente por sabanas que se inundan periódicamente (Mitsch y Gosselink, 2000).
El doble juego de las condiciones edáficas y de relieve, junto al de una pluviometría muy abundante y estacional, generan una formación típica de gramíneas con ausencia de un estrato leñoso (Ramia, 1968).
En estos humedales se genera una gran variedad de microhábitats y ecotonos (Lowe – MacConnell, 1987).
La Sabana se originó al disminuir la lluvia en los bordes de los trópicos en la Era Cenozoica (65 millones de años antes), específicamente en los últimos 25 millones de años.
Los pastos aparecieron hace unos 50 millones de años.
Las excavaciones arqueológicas y registros fósiles en América del Sur han evidenciado que una vegetación bien desarrollada y rica en pastos se estableció a comienzos del Mioceno, hace unos 20 millones de años, lo que sería la real sabana moderna o actual.
Los diversos climas alrededor del orbe se volvieron más fríos durante ese período. Las bajas temperaturas en la superficie del océano redujeron la evaporación del agua, aminorando ello la velocidad del ciclo hidrológico, formándose menos nubes y precipitaciones. La vegetación de las regiones de latitud media, ubicadas entre las zonas ecuatoriales húmedas y las zonas húmedas templadas frías, se vio altamente afectada. De allí el origen del Clima de la Sabana, acorde pues al surgimiento de las sabanas en América tropical, África, Asia meridional y Australia que ya habían sido separadas entre sí por las barreras oceánicas.
La migración de plantas a través de esas barreras se inhibió, causando que el surgimiento de las sabanas en cada continente variara en detalles, lo que evidenciamos actualmente, además de su relación a la posición del sol que crea una afectación y/o característica que les hace peculiar. Por ello es que, en cada región con Clima de la Sabana, notamos diferentes especies de plantas y animales, porque éstos evolucionaron para ocupar los nuevos hábitats estacionalmente secos en los cuales quedaron. Nótese que, en las regiones o áreas templadas, las sabanas son más extensas, todo ello a expensas de los bosques, adaptándose a los intervalos largos, fríos y secos, contemporáneos en perfecto balance con los intervalos glaciales de la Era del Pleistoceno. Diversos estudios de polen fosilizado en sedimentos de variedad de sitios en América del Sur, África y Australia, donde existe marcadamente el Clima de la Sabana, han proporcionado un fuerte apoyo para este punto de vista.
Hace más de sesenta y cinco millones de años (Periodo Cretácico), la región hoy ocupada por los Llanos estaba bajo el mar, al final de ese periodo geológico, ocurrió el levantamiento del Cratón de Guayana comenzando así una regresión marina con el consiguiente depósito de materiales sedimentarios (Schargel, 2005, 2015). Esta regresión continua durante el Cenozoico, interrumpida por transgresiones marinas, en una evolución geológica de gran dinamismo, que determina el ascenso de las cordilleras de Mérida, Perijá y del Sistema Montañoso de la Costa, acompañado por el hundimiento de las cuencas circundantes y su relleno con sedimentos.
Por otra parte, (González de Juana et al., 1980), señalan que durante el Paleoceno y Eoceno Inferior, el mar se había retirado de la mayor parte, de lo que hoy corresponde, a los Llanos Occidentales y de la parte sur de los Llanos Orientales, y que un levantamiento generalizado de la zona occidental del país a fines del Eoceno Medio interrumpe la sedimentación en la Cuenca de Barinas – Apure.
Esta condición persiste hasta el Mioceno Medio, cuando se inicia el levantamiento de la Cordillera de los Andes y la formación de una antefosa al sureste, la cual se rellena con sedimentos provenientes desde la incipiente cordillera (González de Juana et al., 1980).
La fisiografía resultante actual es de una topografía casi plana con elevaciones que no superan los 400 – 500 m. En ese enorme territorio, las sabanas son bien extendidas y ocupan una buena parte de su superficie. El Plioceno muestra el predominio de sedimentación continental en los Llanos, con ambientes salobres y deltaicos en los Llanos Orientales (González de Juana et al., 1980).
El levantamiento de las cordilleras de los Andes y del Caribe fue muy marcado durante el Plioceno y continuó en el Cuaternario, provocando una intensa sedimentación en los Llanos, la cual se extiende hasta el presente, sobre extensiones importantes de los Llanos Occidentales y en el Delta del río Orinoco.
De acuerdo con (González de Juana et al., 1980), la geología superficial de los Llanos venezolanos se caracteriza por la presencia de sedimentos del Terciario Superior y Cuaternario, destacan dentro de esos sedimentos los conformados por la llamada Formación Mesa, ubicada en los Llanos Orientales y Centrales al sur del tramo inferior del rio Orinoco, formada por arenas, algunas capas arcillosas y gravas, las cuales en muchos casos se cementan para así originar conglomerados ferruginosos característicos de los Llanos (Santamaria y Bonnazi, 1963, López et al., 1971). Los sedimentos llaneros presentan una gradación de gruesos a más finos desde la Serranía del Interior hacia el sur y desde el Escudo de Guyana hacia el norte.
El sector central y oriental ha sido levantado suavemente, lo cual ha favorecido la erosión y el afloramiento de las formaciones del Terciario, especialmente en el sector central; mientras que en el sector occidental predomina la subsidencia y la acumulación de sedimentos (Schargel, 2015).
Así, el río Orinoco sirve de límite entre los Llanos y el Escudo de Guayana.
*** Ríos, Estero, Humedal ***
*** Sabana Inundada, Sabana Inundable, Pastizal, Pradera Inundable, Estero, Banco, Bajìo, Planicie de Inundación, Palmares, Llanura de Inundación y Herbazales de Pantano ***
La Sabana Inundada o Inundable es un ecosistema que permanece estacional o permanentemente inundado, Los Pastizales se encuentran en el agua formando una zona pantanosa o pantanos herbáceos.
Tiene una gran humedad por obvias razones, el suelo es rico en nutrientes y el clima generalmente es cálido. Algunas de las áreas inundadas suelen ser esteros, bancos o banquetas y zonas bajas, pero también cuenta con zonas sin agua.
Estas sabanas prestan muchos servicios ambientales, entre estos la regulación del ciclo de nutrientes, así como el ciclo hídrico superficial, el control de la erosión, la productividad, y la retención de CO2.
Los Pastizales son comunidades vegetales donde predominan los pastos con pocos árboles y arbustos. Pueden ser producto del desmonte de terrenos boscosos. En las sabanas pueden existir árboles pero son escasos y muy dispersos.
En Venezuela, el término de sabana inundable o mal drenada se contrapone al de sabanas altas bien drenadas. Las mal drenadas comprenden dos grandes tipos de sabanas. Por una parte, las anegadizas, llamadas por (Ramia, 1967), de banco, bajío y estero, se caracterizan por su mal drenaje, suelos poco permeables y escasa pendiente (menos de 0,02%) que se inundan por el represamiento natural de los ríos Apure y Orinoco, haciendo que las aguas de lluvia inunden el llano bajo, al inicio del período de lluvias (junio – julio).
Por otro lado, Las Sabanas de Inundación, producto del desbordamiento de los ríos Apure y Orinoco, reciben un aporte lateral de nutrientes de origen aluvional que determinan una elevada fertilidad del suelo que mantiene un pastizal abundante y de alta productividad, denominado (Paspalum fasciculatum).
Gran parte de las sabanas veraneras de Guayana corresponden a este tipo.
Las sabanas mal drenadas o inundables carecen de sustrato leñoso, el cual caracteriza el ecosistema sabanero (Sarmiento, 1968). Por ello, es considerada por este autor como un humedal.
A diferencia de las sabanas bien drenadas que se determinan por el doble juego de las condiciones edáficas y de relieve que, junto al de una pluviometría muy estacional, genera una formación típica de (Graminetum), formación vegetal típicamente formada por gramíneas, como una sabana o un pastizal. Su nombre alude a la clasificación de formas de vida o biotipos. (González – Jiménez y Escobar, 1976).
Las sabanas inundables, están asociadas a suelos aluviales relativamente recientes, ocupando los paisajes de planicie aluvial de desborde, semideltáicas y deltáicas.
Los Herbazales de pantano, son comunidades vegetales herbáceas, principalmente no graminosas, asociadas a ambientes con inundación temporal o permanente. Su mayor extensión se encuentra hacia el delta del río Orinoco.
La Pradera inundable, es la zona del lecho mayor de un curso de agua. Las praderas inundables son zonas muy ricas desde el punto de vista biológico, en las que están presentes numerosas especies de animales y vegetales protegidas. Según la riqueza del suelo y su tiempo de saturación.
En las sabanas inundadas de acuerdo a la posición en el paisaje se diferencian, es decir, las sabanas de banco (parte alta del paisaje), bajío (zona intermedia) y estero (zona más profunda del paisaje), (López- Hernández, 1995b).
De acuerdo a la topografía del terreno en el paisaje, según su ubicación se distinguen tres (3) regiones o zonas fisiográficas deposicionales con características edafológicas de catena llamadas localmente Banco – Bajío – Estero.
En la parte alta del paisaje donde los aluviones arenosos se han depositado se localizan los bancos, mientras que en la parte más baja conocida como esteros se depositan las sedimentos arcillosos que son los que hacen que el perfil del suelo sea de drenaje profundo impedido y entre las unidades de banco y estero se localizan los bajíos con texturas intermedias.
Por tratarse de catenas, la fisiografía de bancos, bajíos y esteros, están diferenciados entre sí por desniveles que no pasan de 2 a 3 m., de altura en corta distancia (a veces de 24°C), propias de las zonas húmedas que están sometidas a regímenes de inundación temporal o permanente.
Los Herbazales de Pantano pueden estar constituidos por vegetación herbácea flotante (Huber & Alarcón, 1988).
Las Sabanas Inundables están ampliamente distribuidas en Suramérica, ocupando desde el norte las áreas anegadizas cubiertas de herbazales de los innumerables ríos suramericanos, manteniendo un paisaje y una composición botánica muy similar a todo lo largo de este gradiente latitudinal. Podríamos decir que las sabanas mal drenadas del Beni (Bolivia), del Chaco y Corrientes (Argentina), las de várzeas (Brasil) y las de banco, bajío y estero (Venezuela y Colombia), representan un continuum ecológico de un pastizal natural, constituido por una amplia gama de forrajes, de alto valor nutritivo y amplio período de producción, utilizado por la ganadería del continente.
Las sabanas de Venezuela se localizan con preferencia en la Región de los Llanos (Huber y Alarcón, 1988), limitando al sur con el Escudo de Guayana, al norte y al oeste, con la Cordillera andina, y al este con las tierras inundadas por el Orinoco en la zona deltaica (Medina y Silva, 1990).
Sin embargo, existen también sabanas en áreas menos extensas desde el estado Táchira hasta el estado Sucre y desde el Distrito Capital hasta la Región de Guayana tal como señalara (Tamayo, 1972) y (Vila, 1966).
El valor que encierran los ecosistemas de sabana, tanto para la Región de los Llanos como para toda Venezuela, es gigantesco, sin embargo, la conservación, manejo y uso de los recursos naturales y servicios ambientales que de ellos derivan, hasta el presente, no han sido objeto de decisiones contundentes que permitan poner término a la prevalencia de lo irracional, expresado en la supremacía de lo económico, sobre lo ecológico ambiental.
Las sabanas, en general, y la sabana inundable, en particular, son ecosistemas muy ricos en biodiversidad y, a pesar de esto, aún no se encuentran representados dentro de las áreas destinadas a la conservación en el país.
Con la creciente llegada de la agroindustria es que algunos de los ecosistemas más frágiles como las sabanas inundables se han ido transformando, reconvertidos, en arroz, palma de aceite y ganadería extensiva introducida. En función de esto, las sabanas y ríos se han ido drenando para cumplir con la demanda de cultivos.
Las sabanas venezolanas, en especial, las de la región llanera, han sido objeto de presiones antrópicas que han ido incrementándose desde los tiempos de la ocupación colonial. No obstante, asevera (Silva, 2003), tales presiones antrópicas no han representado una influencia decisiva, ni muchos menos una presión de reemplazo como ha sucedido con otros sistemas ecológicos, aun cuando hay áreas donde las sabanas han experimentado un proceso de modificación, y su biodiversidad ha sido notablemente afectada, como consecuencia de la destrucción de las selvas aledañas y la alteración de patrones espaciales intrincados.
La cacería también ha sido históricamente una actividad perturbadora del ecosistema sabanero, de manera que en la actualidad la caza ilegal de grandes animales para obtener carnes y pieles, está contribuyendo a la reducción en la población animal, e incluso a extinciones marcadamente locales.
Es así, como en la Reserva de Fauna Silvestre Esteros de Camaguán, que cuenta con una elevada biodiversidad animal (Ruiz, 2004, Ruiz, Estévez y Gálvez, 2005), algunas especies, se hallan en situación de amenaza y otras en peligro de extinción, tal es el caso del perico mastrantero (Forpus passerinus) y el caimán del Orinoco (Crocodylus intermedius), (Montilla, 2007). Hoy en día, dicha Reserva, es el centro de atención de investigadores, ecólogos, educadores y ambientalistas preocupados por las amenazas que se ciernen sobre este particular humedal, especialmente por el incremento del transporte fluvial asociado al turismo y al desarrollo de actividades del sector primario que se producen en sus periferias. Es un hecho bien establecido que el fuego, la fertilidad de los suelos, la abundancia y distribución de las precipitaciones constituyen los principales factores que determinan la presencia de sabanas. Aunque el fuego en sabanas pueda deberse a causas naturales (v.g. a las caídas ocasionales de rayos), en su mayor proporción obedece a actividades antrópicas; antes del Encuentro de Culturas la quema era práctica ancestral de las comunidades amerindias que luego se extendió entre la población criolla durante el periodo colonial hasta el presente (Bilbao 1995, López – Hernández 1995, Rodríguez et al., 2013).
Como factor ambiental abiótico el fuego afecta muchas de las propiedades del ecosistema de sabana que incluyen los diferentes niveles de organización desde organismos hasta comunidades (Bilbao, 1995, Fariñas y San José, 1987, López – Hernández et al., 2008) y los diferentes compartimientos del ecosistema, tales como el suelo, la atmósfera y el régimen hídrico (Guerere, 1992, López – Hernández et al., 2008, Sanhueza y Crutzen, 1998).
También, el calentamiento global y el cambio climático, influyen sobre los ecosistemas de la sabana, los cuales están siendo amenazados por fuertes inundaciones que están poniendo en peligro su conservación.
Durante muchos años las estrategias de conservación, han estado dirigidas a la protección de lugares con poca o ninguna influencia humana y alta biodiversidad, estableciéndose áreas bajo figura legal con distintas categorías de uso y manejo de hábitats, ecosistemas, poblaciones, y sus relaciones con el entorno; dejando olvidadas zonas que soportan mucha presión humana con baja diversidad pero que albergan varias especies endémicas o amenazadas. Venezuela se destaca en lo que respecta a proporción y extensión de sus áreas protegidas. Sin embargo, las sabanas inundables no están representadas en alguna de las figuras protectoras existentes en el país, pese a presentar alta diversidad de ecosistemas y especies que se encuentran relativamente amenazadas, debido a las actividades de explotación ganadera y agrícola cada vez mayores en la Ecorregión de Los Llanos. A través del enfoque metodológico de la ecología del paisaje y uso de metodologías aplicadas a la definición de áreas prioritarias, se levantó información que permitió determinar las prioridades de conservación en las sabanas inundables de los Llanos del Orinoco. Dado que la composición, estructura y funcionamiento de este paisaje depende de la conectividad entre las sabanas inundables y los bosques ribereños, y que estos últimos presentan el mayor número de especies de fauna y flora amenazadas, consideramos que las áreas con mayor prioridad de conservación son aquéllas que forman un mosaico alrededor de estos bosques, con superficies idóneas para soportar el establecimiento de poblaciones de mamíferos de alto porte como los felinos de la región; de esta manera se garantiza la presencia de otras especies con requerimientos menores de superficie para sus hábitats.
Identificadas las áreas que permiten integrar las relaciones de estructura, funcionamiento, flujos de materia y energía dentro de este paisaje, es posible fomentar y promover estrategias de uso, manejo y conservación de los recursos naturales de la región.