> Arbustales y Herbazales Tepuyanos


Clasificación

Tipo de Ecosistema:
*** Herbazales, Tepuyes ***
Fauna:
La fauna de vertebrados asociada a los herbazales tepuyanos es normalmente escasa. Los grupos más comunes y conocidos son las aves, anfibios y reptiles; las aves, por lo general, no habitan permanentemente en estos ecosistemas, pero los visitan para proveerse de alimento o para sus actividades de cortejo. Las ranas son más frecuentes en los lugares más húmedos entre las rocas, en los charcos de pequeñas depresiones y cerca de los riachuelos. Algunas especies de anfibios de los géneros Stefania y Tepuihyla están, aparentemente, asociadas a plantas tubulares que retienen agua: bromélias o heliánforas, las cuales les sirven como escondites durante las horas diurnas.
Flora:
La vegetación constituida por extensos bosques de laderas, arbustales y herbazales altotepuyanos es extremadamente rica en endemismos, estimándose en unas 1.500 especies de plantas vasculares. Los mayores centros de endemismo se encuentran en el cerro La Neblina, en el Macizo del Chimantá y en el Macizo Duida-Marahuaca (Huber, 2007). Entre todas las plantas con hábitos tan extraordinarios destacan por su diversidad florística y fisionómica dos grandes géneros: las Bonnetia entre las plantas leñosas y las Stegolepis entre las herbáceas; las primeras pertenecen a las teáceas, una familia ampliamente distribuida en los trópicos, pero con un importante centro de diferenciación en el área del Escudo Guayanés, y las otras a la familia Rapateaceae, casi exclusivamente de distribución guayano-amazónica. Entre los géneros característicos se encuentran Bonnetia (Theaceae), Maguireothamnus y Pagameopsis (Rubiaceae), Tepuianthus (Tepuianthaceae) y algunos otros de las familias Ochnaceae, Ericaceae, Malpighiaceae y Melastomataceae (Riina & Huber 2003) citado por Rodríguez, Rojas & Giraldo (2010). Se distinguen cuatro tipos de herbazales: 1) los de hoja ancha (latifoliados), dominados por especies de la familia Rapateaceae (presentes en casi todos los tepuyes venezolanos, desde Roraima al este, hasta La Neblina, en el sur), los tubiformes, con especies de las familias Bromeliaceae, donde resalta el género Brocchinia y especies de la familia Sarraceniaceae; 3) los arrosetados, con rosetas densas de Bromeliaceae, Xyridaceae y Eriocaulaceae, los fruticosos, con un estrato herbáceo mezclado con numerosos arbustos bajos de 0,5 m. El tipo de suelo donde se desarrolla esta formación vegetal es variable. Por ejemplo, herbazales arrosetados, con macollas densas de Cyperaceae, pueden crecer sobre rocas desnudas de las cumbres de los tepuyes orientales. Por su parte, los herbazales latifoliados, donde predominan rapateáceas del género Stegolepis, además de ciperáceas, xiridáceas y eriocauláceas, son comunes sobre suelos orgánicos o turbas del macizo de Chimantá, cerro Guaiquinima y cerros Jaua-Sarisariñama en Bolívar, y Parú y Marahuaka en Amazonas. En algunos casos (macizo Cuao-Sipapo) se encuentran también sobre rocas con otras especies dominantes, entre las que destacan las del género Kunhardtia.
Clíma:
*** tropical ***
Precipitaciones anuales (> 2.000 mm) y climas mesotérmicos (12-24°C) y submicrotérmicos (6-12°C) [Riina & Huber 2003] Citado por Rodríguez, Rojas & Giraldo, (2010).
Geología:
*** Sedimentarias ***
Los tepuyes están constituidos, principalmente, por rocas sedimentarias, específicamente cuarcitas y areniscas muy densas del Grupo Roraima, que datan del Precámbrico (aproximadamente 1.600 Ma). Además, también se encuentran, en la mayoría de estas montañas, rocas intrusivas magmáticas, como diabasas y, en menor grado, granitos. Casi todas las cumbres tepuyanas exhiben, al igual que las lajas, superficies más o menos extensas de roca desnuda (Riina & Huber, 2003).
Hidrografía:
Estado de conservación:
p
Nombres comunes:

Información

Descripción:
Vegetación sumamente peculiar y hasta únicos en la tierra, como lo son ciertos herbazales formados por curiosas hierbas de hojas anchas y alargadas o por bromelias tubiformes terrestres; no menos impresionantes son unos arbustales que parecen constituidos por alcachofas gigantes, o unos bosquecillos enanos con copas densísimas bajo las cuales se extienden grandes colonias de bromelias terrestres gigantes de hasta 2 m de diámetro. (Huber, 2007). Los arbustales tepuyanos, al igual que otros tipos de arbustales guayaneses, forman comunidades vegetales edáficas, ya que las características del suelo son las que parecen funcionar como factores ecológicos limitantes, tanto desde el punto de vista de su tipo como de las especies que le componen (Huber 1989) citado por Rodríguez, Rojas & Giraldo (2010).
Distribución:
Distri­bui­dos solamente en los estados Bolívar y Amazonas sobre las cumbres de los tepuyes y en algunas áreas como la Gran Sabana, donde se consideran subtepuyanos. Pueden encontrarse principalmente sobre los 1.500 m de elevación, incluso en las cumbres más altas de la serranía de La Neblina, en la frontera con Brasil. Los arbustales tepuyanos ocupan aproximadamente 6.016 km2, de los cuales 72% se encuentra en Bolívar y 28% en Amazonas. La extensión de los herbazales ronda los 2.847 km2, también distribuidos entre Bolívar y Amazonas. El área ocupada por los arbustales y herbazales tepuyanos representa 0,7% y 0,3% de la superficie de Venezuela respectivamente. Sin embargo, su nivel de endemismo es alto (Rodríguez, Rojas & Giraldo, 2010).
Situación:
Los arbustales tepuyanos y las formaciones arbustivas en general, son reconocidos como una comunidad vegetal primaria sólo desde hace unos 30 años, y es apenas en los años ochenta cuando aparecen por primera vez como una unidad discreta dentro de un mapa de vegetación (Riina & Huber 2003). Sin embargo, para ese momento fueron combinados con los herbazales tepuyanos, en virtud de la escasa información disponible (imágenes de satélite, información de campo). Por esta razón, y considerando que se trata de comunidades que comparten estrechamente la mayor parte de las cumbres tepuyanas, los análisis de su situación, amenazas y conservación se llevaron a cabo en forma conjunta (Rodríguez, Rojas & Giraldo, 2010). Se considera que en estos tipos de vegetación la intervención es baja, salvo por los efectos locales observados en los tepuyes más visitados por turistas, o por los daños causados por el arribo de grupos en helicópteros o avionetas. Entre los efectos negativos más comunes está la disposición de basura, recipientes de combustible y otros enseres abandonados irresponsablemente por los visitantes en los campamentos temporales (Rodríguez, Rojas & Giraldo, 2010). A nivel nacional los arbustales tepuyanos califican en Preocupación Menor (LC), ya que están por encima del nivel mínimo de área de ocupación requerido para calificar Vulnerable (VU) según el criterio C2 (2.000 km2). Sin embargo, los herbazales tepuyanos se encuentran en condición de Casi Amenazado (NT) debido a que están ligeramente por debajo de ese valor. Si se considera la superficie por estado, los arbustales de Bolívar también califican en Preocupación Menor (LC), y los de Amazonas Vulnerable (VU). Con respecto a los herbazales tepuyanos, en Bolívar califican Casi Amenazado (NT) y en Amazonas Vulnerable (VU), en todos los casos según el criterio C2 (Rodríguez, Rojas & Giraldo, 2010).
Amenazas:
Los arbustales y herbazales asociados a la cima de los tepuyes tienen pocas amenazas conocidas de degradación o eliminación, debido al relativo aislamiento geográfico y a la baja presión antrópica. No obstante, los cambios climáticos globales podrían representar una amenaza futura mayor, debido al pequeño intervalo de tolerancia de las especies que los integran ante variaciones de humedad y temperatura (Huber 1995c, Rull et al. 2005, Rull et al. 2009) citado por (Rodríguez, Rojas & Giraldo, 2010). Otra potencial amenaza está asociada al turismo. En los tepuyes con mayor afluencia, como Roraima, Kukenán, Auyán-tepui y Autana, es evidente el deterioro de la vegetación debido al pisoteo, aterrizaje de helicópteros, actividades de escalada y rapel, vuelos en parapente y aerodeslizador, introducción de especies exóticas y acumulación de basura. Este daño, aunque limitado a localidades relativamente pequeñas es casi irreversible, pues se ha documentado que la vegetación afectada se recupera muy lentamente, dada su fragilidad y la pobreza de los suelos (MARN 2000, Riina & Huber 2003) citado por (Rodríguez, Rojas & Giraldo, 2010).
Conservación:
Aunque los arbustales y herbazales tepuyanos se encuentran en parques nacionales (Duida-Marahuaca, Serranía de La Neblina, Jaua-Sarisariñama y Canaima) o monumentos naturales (Tepuyes y Cerro Autana), es necesario implementar otras estrategias para protegerlos de los efectos anunciados del cambio climático. Al aumentar la temperatura, es de suponer que ocurra el ascenso gradual de las especies hacia zonas de mayor altitud, lo que causaría una reducción paulatina de su área de distribución y su eventual extinción. Para prevenir estos impactos, en primer lugar es necesario implementar redes de monitorización que verifiquen los movimientos altitudinales de las plantas en el campo e identifiquen a las especies más afectadas. El segundo paso sería considerar opciones de conservación ex situ, mediante la creación de ambientes artificiales o con el traslado de especies a otras localidades, donde las condiciones requeridas por las plantas se presenten de manera natural (Rull et al. 2009). citado por Rodríguez, Rojas & Giraldo, 2010).
Cesta de compras