Según Ojasti (1990) citado por (Aguilera, Azócar & Jiménez, 2003) concluye que la diversidad de pequeños mamíferos aumenta desde los hábitats de mayores contrastes estacionales y estructura más simple (sabanas hiperestacionales) hacia los de mayor complejidad estructural, como las sabanas estacionales arboladas. En este grupo el género con mas especies es Oryzomys. Sin embargo, otros autores encuentran que la diversidad de pequeños mamíferos está positivamente correlacionada con la complejidad vertical del hábitat, más no con la heterogeneidad espacial (August 1983) citado por (Aguilera, Azócar & Jiménez, 2003). 21 El total de especies de mamíferos reportadas para cuatro localidades de sabanas en los Llanos está entre 60 y 70 especies, de las cuales entre 30 y 40 son de murciélagos (Chiroptera) y las restantes de los demás órdenes. El segundo grupo en riqueza de especies es el de los roedores (Rodentia) con 7 y 10 especies, seguido de los carnívoros (Carnivora) con 7 y 8 especies (Ojasti 1990) citado por (Aguilera, Azócar & Jiménez, 2003). Asimismo, Ramo y Ayarzaguen (1983) citado por (Aguilera, Azócar & Jiménez, 2003) discuten varios aspectos de la diversidad faunística de los Llanos, en especial de las sabanas del piedemonte y de las llanuras aluviales. Listan unas 29 especies de aves que prefieren los hábitats de sabanas estacionales antes que los de sabanas hiperestacionales y unas 30 que prefieren éstas últimas. Por supuesto que en muchos casos, el hábitat de sabana es compartido con el de los bosques vecinos, sobre todo para pernoctar y anidar. Más de la mitad de las especies listadas en cada hábitat son insectívoras o carnívoras. Se listan, igualmente, 16 especies de reptiles y 13 especies de mamíferos, la mayoría con preferencia a las sabanas estacionales. Algunas especies se señalan como amenazadas, como por ejemplo la nutria (Lutra enduris americana), el caimán (Cocodrylus intermedius), el jaguar (Felis onca), la cuspa (Priodontes giganteus) y el manatí (Trichechus inunguis). Los estudios sobre la diversidad de insectos son todavía más escasos que los de vertebrados. Bulla (1990) citado por (Aguilera, Azócar & Jiménez, 2003), según resultados de varias sabanas, lista un total de 13 órdenes de insectos, de los cuales sólo seis son importantes por su diversidad y abundancia. Más de una cuarta parte de las especies encontradas pertenece al orden Hymenoptera, que es también el de mayor abundancia. Investigando las relaciones entre la diversidad vegetal
y la entomofauna, Martínez (1987, citado por Bulla 1990) citado por (Aguilera, Azócar & Jiménez, 2003) encuentra que existe una relación causal entre las variables de la vegetación y las de los insectos. En especial, el número de especies de insectos depende de la diversidad y la abundancia de recursos vegetales. Otro resultado interesante se refiere a la comparación entre sabanas quemadas y no quemadas. Las sabanas quemadas tienen mayor abundancia y diversidad de insectos que las no quemadas, aunque la estructura de ambas comunidades es similar.
En los Llanos, la avifauna más resaltante está representada por las garzas (Casmerodius albus, Egretta thula), corocoras (Eudocimus ruber), gabanes (Ciconiiformes), patos (Dendrocygna viduata), gavilanes (Buteomagnirostris, B. nitidus), águilas (Buteogallus urubitinga) y halcones (Falconiformes). Entre los mamíferos resalta Perro de agua (Pteronura brasiliensis), Osomelero (Tamandua tatradactyla), Chigüire (Hydrochaeris hydrochaeris), Venado (Odocoileus virginianus), el rabipelado (Didelphis marsupialis), el cachicamo (Dasypus novemcinctus), varias especies de murciélagos (Saccopteryx bilineata, Carollia perspicillata, Sturnira lilium, Artibeus jamaicencis, Molossus molossus), el mono araguato (Alouatta seniculus), el gato de monte (Leopardus tigrinus), el mapache (Procyon cancrivorus), la danta (Tapirus terrestris), el báquiro (Pecari tajacu), el venado (Mazama americana), el puercoespín (Coendou prehensilis), la lapa (Agouti paca). Hay abundancia de reptiles como los lagartos de los géneros Cnemidophorus, Ameiva, Tropidurus; serpientes como la cascabel (Crotalus durissus), mapanares (Bothrops spp.), tragavenados (Boa constrictor), culebras de agua (Eunectes murinus), etc.También abundan las tortugas de los géneros Podocnemis y Geochelone y pequeños crocodílidos denominados babas (Caiman crocodilus).
Pasando por un análisis florístico más detallado, se observa que las familias Poaceae y Cyperaceae encabezan la lista de las diez familias de mayor diversidad de especies. La segunda familia en importancia es la familia Fabaceae, la cual ocupa una amplia gama de comunidades vegetales, desde la sabana seca hasta la sabana húmeda, sin embargo, se reportan especies de las tres familias de las leguminosas (Fabaceae, Mimosaceae y Caesalpiniaceae) (Riina et al, 2007). El resto de las familias más diversas incluye a las Rubiaceae, Asteraceae, Melastomataceae, Euphorbiaceae. Entre las novedades en cuanto a familia para la región llanera debemos destacar la presencia de las Hippocastanaceae (Billia rosea), Hugoniaceae (Roucheria columbiana), Humiriaceae (Humiria balsamifera), Oleaceae (Chionanthus implicatus), Thymelaeaceae (Lasiadenia rupestris y Schoenobiblus daphnoides) y, más recientemente, una Temstroemiacea (Ternstroemia sp.) (Riina et al, 2007). Otras especies caracteristica de las sabana son la Palma llanera (Copernicia tectorum), La gramínea perene Trachypogon spicatu, la especie Palicourea rigida, Curatella americana, Axonopus purpusii, Paspalum chaffanjonii, Mesosetum chaseae, Paspalum serpentinum, Paspalum carinatum, Bulbostylis vestita, Rhynchospora barbata, Byrsonima crassifolia,Mimosa camporum, Chamaecrista flexuosa y Ch. diphyll, Bowdichia virgilioide, Cochlospermum vitifolium, Roupala montana, Genipa americana.
Temperatura media anual mayor a los 24ºC y un régimen pluviométrico que oscila entre 800 y 1.800 mm anuales, que determina la alternancia de dos períodos contrastantes: uno de sequía, de diciembre a mayo, y el otro de lluvias, de mayo a finales de noviembre (Arismendi 2007, Huber 2007) citado por Rodíguez, Rojas & Giraldo (2010).
Ocupan terrenos con una topografía plana o muy plana y con suelos aluviales ácidos que se caracterizan por tener niveles de nutrientes bajos o medianos (oligotróficos o distróficos) (Rodríguez, Rojas & Giraldo, 2010). Los suelos distróficos que se han originado de sedimentos aluviales antiguos, generalmente bien drenados y en algunos casos excesivamente bien drenados, con textura predominantemente franco-arenosa a arenosa. La interacción entre la edad de deposición de los sedimentos o la presencia de rocas félsicas y un clima tropical con una marcada estacionalidad en la lluvia, han condicionado sustratos edáficos de baja fertilidad, generalmente asociados a los órdenes de suelos conocidos como Oxisoles y Ultisoles (Montgomery 1988; Furley 1997)(citado por González, 2013).
En general el término sabana se refiere a un tipo de vegetación tropical constituida por un estrato graminoide relativamente continuo, conformado principalmente por gramíneas y ciperáceas. Dicha cobertura herbácea graminoide puede estar interrumpida o no, por árboles de lento crecimiento, con hojas siempreverdes mesófilas a macrófilas y con tendencia al escleromorfismo. Los individuos de esas especies arbóreas presentan troncos retorcidos y pueden variar en altura desde 2 hasta 10 m (González, 2013).
Dependiendo de la presencia o no de elementos árboreos se denominan sabanas abiertas o sabanas arboladas (constituido por arbustos que no superen los 80 cm de altura).
Las sabanas abiertas venezolanas están dominadas por un estrato herbáceo generalmente denso
conformado principalmente por gramíneas macollantes. En las zonas inundables del suroeste de los llanos predominan sobre suelos oligotróficos las especies Leersia hexandra, Paspalum fasciculatum y Paratheria prostrata, ocupando nichos específicos en estas sabanas como los bancos, bajíos y esteros (Ramia 1967). Sobre suelos distróficos se observa una dominancia de Trachypogon spicatus (paja saeta), acompañada por especies de otros géneros de gramíneas, como Axonopus, Panicum y Paspalum, además de hierbas y sufrútices de varias familias entre las que se cuentan Cyperaceae, Rubiaceae, Asteraceae, Polygalaceae, Convolvulaceae, Malvaceae y Turneraceae. A diferencia de las anteriores, las sabanas abiertas de la Gran Sabana no pertenecen al tipo de sabana macrotérmicas, ya que se desarrollan en una altiplanicie inclinada desde 1.450 m en el norte y 700 m en el sur, en la frontera con Brasil, donde este tipo de vegetación continúa extensamente hasta las planicies del alto río Branco y del Rupununi en Guyana. Son sabanas menos diversificadas en su estrato herbáceo: predominan apenas dos gramíneas macollantes, Trachypogon spicatus y Axonopus anceps, las cuales se extienden como alfombras por grandes extensiones del terreno ondulado y hasta fuertemente inclinado de este sector guayanés. (Rodríguez, Rojas, & Giraldo, 2010).
Ocupa una extensión cercana a 300.000 km² (González, 2013). Las sabanas comprenden la mayor superficie de la vegetación natural de los Llanos (Huber y Alarcón 1988, citado por Riina et al, 2007) y esto se refleja en la mayor proporción de especies con hábito herbáceo en la flora llanera.
Para 2010 las sabanas abiertas abarcan aproximadamente 6% de la superficie de Venezuela. Se encuentran distribuidas en tres grandes núcleos: 1) en Apure, Barinas y sur de Guárico, 2) en Anzoátegui y Monagas, y 3) en la Gran Sabana, estado Bolívar. De estos tres núcleos, las sabanas de Apure y Barinas son inundables. También existen pequeñas áreas de sabana en la cuenca del lago de Maracaibo, en las faldas de la serranía del Interior (cordillera de la Costa) y en el piedemonte norte de la cordillera Orienta. Las sabanas arbustivas y/o arboladas ocupan aproximadamente 88.334 km2, lo que equivale a 10% de la superficie de Venezuela. Estos ecosistemas se encuentran principalmente asociados a las sabanas de banco en el estado Guárico, también están presentes en Anzoátegui, Monagas y Delta Amacuro, con una extensión bastante continua en la vertiente sur de la cordillera de la Costa en Miranda, Aragua, Carabobo y Yaracuy. Algunos remanentes aislados permanecen en Cojedes, Portuguesa y Apure (Ramia 1993).
Al sur del país las sabanas arbustivas y arboladas son especialmente extensas a lo largo del río Orinoco, donde se encuentran los chaparrales. En la Gran Sabana meridional crecen los morichales sabaneros más extensos del país.
En Amazonas las sabanas arbustivas se encuentran en pequeñas manchas aisladas en la cuenca del río Ventuari, siendo el chaparro (Curatella americana) el elemento leñoso predominante; en la cuenca del río Manapiare se han encontrado sabanas arboladas (Rodríguez, Rojas & Giraldo, 2010).
Entre 1988 y 2010 se perdió alrededor de 31% de la superficie de las sabanas abiertas del país. Esto quiere decir que de continuar la misma tendencia, en el año 2040 las sabanas abiertas podrían disminuir en 77%. Asimsimo, las sabanas arbustivas y/o arboladas experimentaron una reducción de aproximadamente 22% de su superficie entre 1988 y 2010. Esto quiere decir que de continuar la misma tendencia, en el año 2040 las sabanas arbustivas y/o arboladas podrían haber disminuido en 42% (Rodríguez, Rojas & Giraldo, 2010).
Las principales amenazas en la actualidad son de orden demográfico y económico, asociadas a la explotación forestal, a la agricultura intensiva, a la ganadería y a la minería (Silva 2003, San José & Montes 2007), Estas presiones varían dependiendo de la región (Rodríguez, Rojas & Giraldo, 2010).
Otra de las mayores amenazas que enfrenta este tipo de ecosistema son la drástica reducción de la biodiversidad de especies vegetales, principalmente herbáceas, como consecuencia de la invasión de gramíneas exóticas. En el norte del Orinoco, las sabanas arbustivas y/o arboladas es sometida anualmente a quemas inducidas que afectan la dinámica de los nutrientes en el sistema y favorecen el reemplazo de la vegetación nativa por gramíneas y leguminosas forrajeras para la actividad ganadera (ganadería extensiva) (Tejos et al. 1990, Thomas et al. 1990) citado por (Rodríguez, Rojas & Giraldo, 2010).
La actividad petrolera ha requerido la instalación de corredores de servicio para el transporte de insumos y de productos de la explotación, así como la construcción de estaciones industriales, constituyéndose así en otra de las causas del deterioro de este ecosistema (Rodríguez, Rojas & Giraldo, 2010).
La porción de sabanas abiertas que se encuentra dentro de áreas protegidas de conservación corresponde a 15% de su superficie total. Un 4% adicional se resguarda en figuras de protección con usos permitidos limitados. Estos valores sugieren que un bioma tan extenso en Venezuela podría estar subrepresentado en la red de áreas protegidas. Además, en algunos casos, las sabanas incluidas en áreas protegidas siguen siendo objeto de presiones de uso (Rodríguez, Rojas & Giraldo, 2010).
En el caso de las sabanas arbustivas y/o arboladas, las áreas protegidas de conservación resguardan 21% del territorio ocupado por dichas sabanas y un 3,2% adicional se asienta en áreas protegidas de usos permitidos limitados. Los parques nacionales donde están mejor representadas son Aguaro-Guariquito, Canaima (morichales del valle del río Kukenán), Guatopo (sabanas arbustivas de cerro en la vertiente meridional de la serranía del Interior) y Henri Pittier (sabanas arbustivas del valle de El Limón), y algunos monumentos naturales de Amazonas (sabanas de Picatón) (Schargel 2007, citado por (Rodríguez, Rojas & Giraldo, 2010).