El papel ecológico que la fauna local desempeña en los ecosistemas sabánicos parece importante y aún no suficientemente esclarecido. Por ello, a pesar de que muchas especies puedan ser descritas como silvícolas, es legítimo incluirlas como integrantes de la diversidad animal de las sabanas, aun reconociendo con Ojasti (1990), que «las sabanas neotropicales carecen de una mastofauna especializada y exclusiva». Esta aseveración es tanto más cierta para los murciélagos.
Ojasti (1990) concluye que la diversidad de pequeños mamíferos aumenta desde los hábitats de mayores contrastes estacionales y estructura más simple (sabanas hiperestacionales, 1-3 especies de roedores) hacia los de mayor complejidad estructural, como las sabanas estacionales arboladas, (3-5 spp. de roedores) y los bosques (3-9 spp. de roedores). En este grupo, el género con más especies es Oryzomys. Sin embargo, otros autores encuentran que la diversidad de pequeños mamíferos está positivamente correlacionada con la complejidad vertical del hábitat, más no con la heterogeneidad espacial (August 1983).
El total de especies de mamíferos reportadas para cuatro localidades de sabanas en los Llanos está entre 60 y 70 especies, de las cuales entre 30 y 40 son de murciélagos (Chiroptera) y las restantes de los demás órdenes. El segundo grupo en riqueza de especies es el de los roedores (Rodentia) con 7-10 especies, seguido de los carnívoros (Carnivora) con 7-8 especies (Ojasti 1990).
Ramo y Ayarzaguena (1983) discuten varios aspectos de la diversidad faunística de los Llanos, en especial de las sabanas del piedemonte y de las llanuras aluviales. Listan unas 29 especies de aves que prefieren los hábitats de sabanas estacionales antes que los de sabanas hiperestacionales y unas 30 que prefieren éstas últimas. Por supuesto que en muchos casos, el hábitat de sabana es compartido con el de los bosques vecinos, sobre todo para pernoctar y anidar. Más de la mitad de las especies listadas en cada hábitat son insectívoras o carnívoras. Se listan, igualmente, 16 especies de reptiles y 13 especies de mamíferos, la mayoría con preferencia a las sabanas estacionales. Algunas especies se señalan como amenazadas, como por ejemplo la nutria (Lutra enduris americana), el caimán (Cocodrylus intermedius), el jaguar (Felis onca), la cuspa (Priodontes giganteus) y el manatí (Trichechus inunguis).
Los estudios sobre la diversidad de insectos son todavía más escasos que los de vertebrados. Bulla (1990), según resultados de varias sabanas, lista un total de 13 órdenes de insectos, de los cuales sólo seis son importantes por su diversidad y abundancia. Más de una cuarta parte de las especies encontradas pertenece al orden Hymenoptera, que es también el de mayor abundancia. Investigando las relaciones entre la diversidad vegetal y la entomofauna, Martínez (1987, citado por Bulla 1990) encuentra que existe una relación causal entre las variables de la vegetación y las de los insectos.
La sabana pastizal, predominante en esta región, alterna con varios tipos de vegetación que ocupan áreas más restringidas. En los bancos altos con mejor drenaje, que siguen los cursos estrechos y sinuosos de los ríos actuales o pasados, pueden encontrarse bosques de galería o sabanas estacionales arboladas. También, pueden alternar con la sabana, palmares de Copernicia tectorum o selvas inundables en complejos mosaicos, que se encuentran sobre todo al oeste del estado Apure y al suroeste del estado Barinas (Silva, 2003).
Las gramíneas dominan el estrato herbáceo, pero acá el conjunto de especies es muy distinto al de aquellas sabanas. El número de especies de ciperáceas es mayor y el de leguminosas bastante menor. Además, el estrato leñoso es notablemente menos importante, en la mayoría de los casos inexistente (Silva, 2003).
Las especies más comunes de estas sabanas son de los géneros Andropogon, Leersia, Panicum, Paspalum, Sorghastrum, Hymenachne, y Oryza (Sarmiento 1996, citado por Silva, 2003).
*** Cálido, Subhumedo cálido ***
En estas sabanas se distinguen, claramente, cuatro estaciones hídricas: la estación seca, la de entrada de lluvias, la de anegamiento y la de salida de lluvias. Durante la estación seca (3–4 meses) no hay agua disponible en el suelo y durante la época de anegamiento, que también puede durar de 3 a 4 meses, el suelo permanece saturado de agua y por tanto anóxico. Durante las otras dos estaciones hay agua y oxígeno disponibles para el crecimiento de las plantas (Silva, 2003). La temperatura media anual es de 27 º C.
La región es esencialmente plana o suavemente ondulada y son el resultado de deposiciones más recientes de sedimentos . En sabanas bien drenadas hay suelos desde Entisoles hasta Oxisoles. En áreas de mal drenaje, predominan los Vertisoles y Alfisoles.
La dinámica fluvial, en un patrón complejo de deposiciones, modeló el terreno formando una red de unidades fisiográficas (albardones, napas de limos de desborde, cubetas de desborde y cubetas de decantación), textural y topográficamente distintas, que han experimentado su propia evolución pedogenética. Predominan los sedimentos finos (limos y arcillas), reflejando la disminución del poder de transporte de los ríos que bajan de la cordillera andina. La mayoría de los suelos son Alfisoles e Inceptisoles, con Vertisoles en las posiciones topográficas más bajas. Existe una estrecha relación entre la composición y funcionamiento de las comunidades y las características edáficas, de forma tal que la historia cuaternaria del terreno separa unidades ecológicas con características dinámicas diferentes (Sarmiento et al. 1971b citado por Silva 2003).
*** Ríos, Lagunas, Estero, Humedal ***
*** Sabanas, Sabanas aluviales ***
Las Sabanas de las llanuras aluviales son el resultado de deposiciones más recientes de sedimentos por los ríos llaneros. Presenta un amplio rango de sabanas pastizales con muy pocos árboles o sin ningún árbol.
En las llanuras aluviales predominan las grandes extensiones planas, con pastizales casi puros que corresponden a sabanas hiperestacionales y semiestacionales. Se distinguen dos paisajes que, aunque similares en fisonomía, tienen contrastes importantes. Por una parte, están aquellas áreas donde se mantienen activos los procesos de
sedimentación, con inundaciones estacionales provocadas por el desbordamiento de los ríos, que forman un inmenso delta interior en la región del bajo Apure. A estas sabanas las denomina Ramia (1967), Sabanas de Paspalum fasciculatum (Silva, 2003).
Por la otra, las llanuras aluviales subrecientes, donde los procesos de sedimentación que les dieron origen están ahora inactivos. Este paisaje ocupa la mayor parte de las llanuras aluviales y en él las inundaciones de estación húmeda no ocurren por desbordamiento de los ríos, sino por anegamiento local. Ramia (1967) las llama sabanas de banco, bajío y estero (Silva 2003).
Presentes en los Llanos centrales y occidentales (Estados Apure, Barinas, Cojedes, Guárico, Portuguesa) y una parte del estado Anzoátegui.
Debido a la existencia de un estrato herbáceo que permanece seco durante varios meses del año, es común la ocurrencia de quemas, cuya frecuencia y extensión son variables. Finalmente, como consecuencia de la importancia de un estrato graminoso, que aunque pobre en nutrientes es muy extendido, las sabanas han sido y son mayormente utilizadas para la cría extensiva de ganado vacuno (Silva, 2003).
Las sabanas venezolanas, en especial las de la región llanera, han sido objeto de presiones antrópicas que se han incrementado desde los tiempos de la ocupación colonial. En la actualidad, estas presiones varían dependiendo de la región. En la mayor parte de nuestras áreas de sabana, aparte de la tendencia creciente a quemas más frecuentes, las presiones antrópicas no han representado una influencia determinante, ni mucho menos una presión de reemplazo como ha ocurrido con otros ecosistemas. Esto se debe a la baja densidad poblacional y al uso extensivo preponderante de la tierra. Sin embargo, hay regiones donde las sabanas han experimentado un proceso de modificación. La diversidad de este ecosistema ha sido notablemente afectada, como consecuencia de la destrucción de las selvas aledañas y la alteración de patrones espaciales intrincados (Silva, 2003).
La vegetación de estas sabanas puede considerarse intacta, desde el punto de vista de conservación de sus recursos edáficos y florísticos (Silva, 2003).